La situación tan desastrosa que estamos viviendo por culpa de un virus
ha hecho que varios laboratorios de todo el mundo se hayan puesto manos a la
obra para elaborar la(s) vacuna(s) que nos saque(n) del atolladero.
Hay muchos tipos de vacunas y maneras de obtenerlas. Que nadie se me
asuste que no voy a explicar en qué consisten, pero sí conviene saber que,
dependiendo de esas técnicas empleadas, la vacuna va a ser diferente en su
comportamiento y en su efectividad, aunque todas tienen el mismo objetivo:
activar nuestro sistema inmune para que produzca defensas contra un agente
infeccioso (virus o bacterias).
Hay vacunas que solo protegen de los síntomas; este es el caso de la
vacuna de la difteria o la del tétanos. Tanto en una como en otra, las
bacterias responsables de estas enfermedades pueden invadir nuestro organismo
si nos infectamos, pero no nos enteramos porque las defensas creadas por la
vacuna previa, evitan que desarrollemos sintomatología. Las bacterias andan por
ahí, llegan hasta nosotros, pero… no pasa nada. Se dice de este tipo de vacunas
que no son esterilizantes o, lo que es lo mismo, que son imperfectas.
La mayoría de las vacunas son de este tipo, imperfectas, pero, ojo, que
nadie se lleve a engaño con el término porque que una vacuna sea imperfecta no
quiere decir que sea insegura; son cosas completamente distintas.
En el caso de las vacunas no esterilizantes puede ocurrir lo mismo que
en la llamada inmunidad natural (la inmunidad que alguien tiene cuando ha
pasado la enfermedad de manera espontánea al contagiarse): el agente infeccioso
puede volver a ingresar en el organismo y multiplicarse. Si esto ocurre, el afectado no
desarrolla la enfermedad porque su sistema inmune reacciona (ya está preparado
por la vacuna o por haber pasado la enfermedad) pero sí puede ser portador de
una carga vírica/bacteriana importante que le permite contagiar y enfermar a
otros que no tienen las defensas adecuadas.
En otro apartado especial están las vacunas completas o perfectas, o sea,
las guays; son aquellas que además de impedir que desarrollemos la enfermedad,
protegen y evitan la multiplicación del virus (además estimulan la inmunidad
celular que es la súper chachi entre los diferentes niveles a la hora de
defenderse de una infección). Es decir, las vacunas perfectas no solo evitan
la enfermedad, también protegen del contagio.
Ni que decir tiene que este tipo de vacunas necesitan mucho curro y no
se obtienen de un día para otro. Se tarda mogollón en conseguirlas.
Todas las vacunas, perfectas o imperfectas, deben pasar una serie de
protocolos de experimentación, sí o sí, con pandemia presente o sin ella. Es
cierto que ahora mismo, ante la situación tan chunga, los protocolos se han
acortado, pero que nadie piense que eso implica menos seguridad, eso nunca, lo
que sí puede afectar es a la eficacia.
Antes de este coronavirus maldito, se exigían determinados parámetros de
eficacia para dar por válida una vacuna. La OMS, y dado lo mal que lo están
pasando los sistemas sanitarios de todo el mundo, ha bajado mucho el listón en
este aspecto. Ahora mismo, la OMS daría el visto bueno a una vacuna que
produjera síntomas pero que fueran leves y se pudieran pasar en el domicilio,
sin necesidad de ingresar en un hospital. Así estamos de necesitados.
Por lo tanto, entre las vacunas también hay clases y algunas son más
chachis que otras, pero ¿cómo está la cosa con la Covid-19? La cosa está… ¡que
arde!
Hay una carrera desenfrenada por ser el primero en lanzar al mercado la
vacuna contra el coronavirus y, hasta cierto punto es lógico, porque los
laboratorios farmacéuticos no son ONGs y, además de dar un servicio sanitario,
también buscan ganar dinero. Es así, y por mucho que nos tiremos de los pelos,
no va a cambiar el sistema.
Pero no debemos olvidar que esto es una carrera de fondo: no importa
tanto quién llega el primero, como la forma de llegar y en qué condiciones. O
lo que es lo mismo: la mejor vacuna no va a ser la primera en estar disponible,
esa llegará más adelante (recordad: las vacunas guays tienen mucho curro y no
se ganó Zamora en una hora). Puede que las primeras sean las más llamativas,
pero no las mejores.
Ahora mismo hay más de treinta vacunas para la Covid-19 en diferentes
fases de experimentación, once de ellas en el tramo final de la última fase, o
lo que es lo mismo, a punto de comercializarse. Vamos a hacer un repasito
rápido sobre las principales (les pongo el nombre del laboratorio que se
encarga de cada una).
Pfizer. Esta vacuna es posible que
pase a la historia de la ciencia como la posible primera vacuna en ser
utilizada por la población en general. Y si pongo “posible” es porque todavía
no está en el mercado ya que aún no ha terminado la última fase de
experimentación. El comunicado de prensa que hizo un ejecutivo de la empresa
farmacéutica disparó todos los noticiarios y algunos hasta dejaron de seguir
las normas de seguridad contra el contagio creyendo que solo con la noticia ya
estábamos todos inmunizados. De locos.
La noticia es esperanzadora, pero aún es pronto para echar las campanas
al vuelo. Yo creo que la reacción desmedida por parte de todos se basa en que
estamos muy necesitados de buenas noticias; queremos ver un rayito de luz y
Pzifer nos lo ha dado, aunque puede que no sea para tanto.
La vacuna se basa en un sistema original, innovador y muy “efectivo”
(92%). Pero esto es lo que nos han contado los medios de comunicación del
laboratorio porque los organismos independientes (y para mí más imparciales)
que vigilan todos los procesos no pueden decir ni pío ya que los silencia un
contrato de confidencialidad para no desvelar detalles que la competencia
podría utilizar.
Este sistema se basa en crear un ARN mensajero (ARNm) que lleva cierta información
del virus (la que se encarga de crear una parte de la cubierta proteica o
corona, y que utiliza para ingresar en la célula a la que ataca). Cuando este
ARNm llega a nuestras células, estas fabrican esa parte y el sistema inmune se
activa para cargársela. Si hay un contagio, el individuo ya está preparado y se
carga al virus con todas las de la ley.
El sistema es innovador y muy “fácil” de realizar, por eso han tardado
tan poco tiempo en hacer algo así. Lo complicado es tener la idea, pero esa ya
estaba en la cabecita de los dos científicos padres de esta vacuna (un
matrimonio, por cierto, y del que hablaré en otra publicación) que andaban
dándole vueltas al tema cuando investigaban tratamientos contra el cáncer.
Puede que la vacuna sea lo efectiva que dicen, y de momento nos tenemos
que fiar de que lo que “dicen”, porque , y ahí reside la suspicacia
de muchos, no hay nada publicado en las revistas científicas, que es el lugar
donde se tienen que contar estas cosas y no en un comunicado de prensa.
A mi modo de ver, y suspicacias aparte, el sistema del ARNm es innovador
(y puede que hasta efectivo), pero tiene un grave inconveniente: el material se
degrada con facilidad y los preparados deben guardarse a temperaturas muy bajas
cercanas a los ochenta grados bajo cero. Esto es un problema importante porque
los aparatos que alcanzan esas temperaturas no los tienen casi ningún centro
hospitalario (aún menos los centros de salud); los ultracongeladores suelen
estar en laboratorios específicos y no abundan. Con esta cláusula de
conservación la vacuna no llega a África ni de coña.
De cuánto dura la inmunidad aún no se sabe nada, o solo se sabe que dura
tres meses por lo menos que es lo que lleva el primer voluntario inyectado y que
aún conserva defensas. Este dato es el que más tarda en saberse porque hay que
dejar pasar el tiempo y comprobar qué pasa.
Moderna. Este laboratorio también
emplea la técnica del ARNm, pero parece ser que consigue que el producto
resultante aguante a temperaturas más altas (2-8 grados), algo que sería más manejable.
Al igual que la vacuna de Pfizer, no hay publicaciones científicas aún, así que
nos tendremos que fiar de lo que nos cuenta el gabinete de prensa del
laboratorio. No hay otra.
Astrazeneca, Johnson & Johnson, Novarax.
Estos laboratorios no emplean ARNm, pero también se basan en activar el sistema
inmune con una parte de la corona del virus. Al igual que los anteriores, están
en la última fase de experimentación y es cuestión de semanas que salgan a la
luz para la distribución general.
Gamaleya. Este no es un
laboratorio farmacéutico sino un centro de investigación ruso. En sus
laboratorios se ha creado otra vacuna a la que le han puesto nombre y todo, Sputnik
V. Casi todos los datos que sabemos de ella nos han llegado también a
través de ruedas de prensa, incluso del presidente Putin (este se vino arriba
en un arrebato patriótico y dijo que daba una inmunidad de dos años, algo que
solo puede saber porque lo vio en una bola de cristal o porque iba hasta arriba
de vodka). En este caso, también se han publicado datos en una revista científica
de prestigio, The Lancet; pero (siempre hay un pero) los datos publicados se
refieren a los obtenidos en las fases preliminares del estudio, es decir,
cuando la población estudiada se trata de muy pocos individuos (menos de 50-100),
por lo que las conclusiones hay que cogerlas con prevención ya que el peso
estadístico es bajo.
De momento, estas son las vacunas que parece se pondrán al alcance de la
población. Serán las primeras, pero no las mejores, aunque la cosa no está para
ponernos exquisitos y habrá que aguantarse.
Hay otras vacunas que están en fases iniciales de desarrollo porque los
laboratorios que están con ellas buscan la perfección, es decir, que esas
vacunas nos protejan a todos los niveles: no pillar la enfermedad y no contagiar
al vecino. En este grupo se encuentra el equipo del investigador Luis Enjuanes
que, desde el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, está desarrollando una
vacuna con todo el virus; nada de un trocito, todo entero, sí señor, con un
par. Los españoles cuando nos ponemos, nos ponemos y lo hacemos a conciencia,
aunque eso nos lleve más tiempo. Posiblemente este equipo de virólogos nos dará
buenas noticias a finales del año que viene.
Y este es el panorama que tenemos. En cualquier caso, habrá que resistir
hasta que esto se controle del todo, aunque para eso aún queda, así que debemos
resignarnos, después de todo la paciencia es también madre de la ciencia.