miércoles, 23 de octubre de 2019

Vacunarse o no vacunarse, ¿es esa la cuestión?


En esta sección del blog, Al día con la Ciencia, el objetivo se centra en aclarar algunos temas científicos que, dada su complejidad no son bien entendidos o hay cierta dificultad para comprenderlos.
Pero en el caso de esta publicación de hoy no es exactamente esa la intención, pues el tema a tratar no tiene nada de complejo; la explicación es necesaria por otros motivos como la desinformación que algunos sectores interesados quieren difundir para confusión y jaleo del respetable.
Hoy voy a centrarme en un tema controvertido desde hace relativamente poco tiempo: vacunas sí o vacunas no.
Vayamos por partes, ¿sabemos qué es una vacuna o cómo actúa?
Según la Organización Mundial de la Salud: «Se entiende por vacuna cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o derivados de microorganismos.»
Ahora viene el siguiente paso, ¿sabemos qué son los anticuerpos?
Los anticuerpos son proteínas que reaccionan específicamente contra los antígenos (agentes extraños que provocan reacciones de defensa en el organismo). Los anticuerpos son utilizados por el sistema inmunológico para reconocer y bloquear virus, bacterias, hongos o parásitos.
Por lo tanto, si tenemos anticuerpos adecuados podremos defendernos de los ataques de los antígenos en forma de microorganismos o parásitos que producen infecciones.
De toda esta información hay que tener en cuenta que las reacciones inmunológicas son ESPECÍFICAS, es decir, que no todos los anticuerpos sirven para combatir todas las enfermedades infecciosas. Así que, si queremos inmunizarnos contra la gripe, es necesario tener anticuerpos específicos que se unan y bloqueen al virus que la provoca, de manera que éste quede inutilizado y no pueda dañar nuestro organismo, o lo que es igual, no pueda hacernos enfermar.
Pero ¿cómo generamos esos anticuerpos específicos? Para tener una defensa adecuada el organismo tiene unos mecanismos fisiológicos que se basan en “reconocer” al enemigo ―léase la bacteria, el virus o el agente infeccioso que sea― y “prepararse” adecuadamente. Es como si un ejército que ve cómo sus fronteras son traspasadas por un grupo de invasores, y antes de atacar, observa cómo van pertrechados los enemigos para actuar en consecuencia y así conseguir que su defensa sea lo más rápida y efectiva posible.
No es lo mismo que te invada un ejército de hunos armados con hachas y lanzas por los Pirineos mandado por Atila, que lo haga un buque de la armada americana lleno de marines por Algeciras mandado por Trump. Para el primer caso nuestro país tendría posibilidades de repeler el ataque, para el segundo a mí me da que no. Pero no nos desviemos del tema.
Preparar un plan de defensa y ataque no es algo que se pueda hacer de un día para otro, es necesario tiempo, y tiempo es precisamente lo que no sobra cuando nos ataca una bacteria, o un virus. Cuanto antes empecemos a cargarnos al enemigo más probabilidad habrá de que este no nos haga daño. De cajón.
Por eso, si cuando el malo ―vuélvase a leer bacteria, virus o el agente infeccioso que sea― entra en nuestros dominios con intenciones alevosas nosotros ya tenemos preparada la defensa adecuada, porque sabemos cómo es el invasor, porque sabemos cuáles son sus puntos débiles y porque tenemos preparado el armamento idóneo, entonces no tenemos más que desplegar nuestro ejército bien equipado ―léase anticuerpos, y macrófagos (una especie de guerrero beligerante que se come todo lo que se le pone por delante al reconocerlo como extraño)―. Si nos pillan preparados, la defensa será adecuada y eficaz, e impediremos que el atacante haga daño a nuestras posesiones ―léase órganos― evitando que caigamos enfermos.
Pero ¿cómo podemos tener nuestro ejército bien preparado ANTES de que lleguen los invasores? Pues gracias a las vacunas.
Las vacunas dan información valiosa a nuestro organismo. Es el aliado que nos cuenta cuáles son los puntos débiles del enemigo, o cómo son los planes de ataque del mismo. Porque las vacunas consisten en “soldados enemigos” debilitados/desarmados o simplemente muertos, de manera que nos enseñan cómo son, nos facilitan los planos de su manera de atacar, pero sin poder atacarnos realmente pues no tienen fuerzas para hacerlo.
Cuando sabemos cómo es el enemigo, nuestro sistema inmune comienza a trabajar, y prepara anticuerpos específicos para combatirlo y  una vez formados adecuadamente quedan en la reserva, acuartelados, para el caso de que se dé una invasión en toda regla con soldados plenamente equipados y con todo su potencial destructor.
Bien, pues en esta estrategia inmuno militar, algunos argumentan que las vacunas han dejado de ser necesarias porque ya no hay enemigos que combatir. Y en esta aseveración se ha fundamentado una corriente antivacunas que está causando mucho daño y más de una muerte.
Es cierto que algunos enemigos ya no están entre nosotros ―léase enfermedades erradicadas como la viruela―, pero otros, aunque no aparezcan o se hagan ver, no quiere decir que no existan, simplemente están sometidos, lo que en términos militares se llama neutralizar, es decir, no me puede hacer daño, pero porque lo tengo controlado, retenido gracias a mi armamento, y ¿qué armamento es ese? Las vacunas.
Si algunas enfermedades no aparecen ya, es gracias a las vacunas. Como la población, que ha sido previamente vacunada, es inmune, al llegar el agente infeccioso a nuestro cuerpo ―porque el enemigo no está muerto, anda suelto por ahí― nosotros lo combatimos y no padecemos la enfermedad.
En 2015 falleció un niño en Olot por difteria, una enfermedad respiratoria de origen infeccioso y que no daba señales de vida desde hacía más de treinta y cinco años en nuestro país. Parece ser que los padres del crío decidieron no vacunarle siguiendo la corriente/moda bastante extendida que está en contra de las vacunas.
Esta animadversión hacia las vacunas se basa principalmente en la manía persecutoria y el trastorno paranoico de la teoría de la conspiración sobre la industria farmacéutica y que viene a decir que el ‘holding’ farmacéutico solo pretende robarnos, el dinero y la salud, y que todo lo que venden es veneno. Estos acérrimos enemigos de esta industria no se ponen tan beligerantes cuando sus familiares más queridos, o simplemente ellos, se agarran una enfermedad de las chungas y se curan gracias a esos “venenos”.
Otros argumentan, para evitar las vacunas, que estas tienen efectos secundarios. Todos los tratamientos tienen (posibles) efectos secundarios, incluidas las vacunas. Antes de que un fármaco se ponga en circulación se estudian los efectos contraproducentes y los beneficiosos, según el riesgo y la mejora que pueda aportar se decide si es viable.
No quiero extenderme, pero el efecto beneficioso de las vacunas es incuestionable y no porque lo diga yo, sino porque las estadísticas cantan. Desde que se estableció un calendario de vacunación apropiado, la mortalidad infantil (y la adulta también) debida a enfermedades infecciosas ha descendido significativamente, mientras que los efectos perniciosos que algunas vacunas pueden producir se cuentan como casos muy aislados.
Con las vacunaciones sistemáticas, el sarampión, la rubeola o la poliomielitis han reducido el 90% su incidencia en tan solo dos décadas. Si no nos vacunamos nos exponemos a la reaparición de brotes de enfermedades casi erradicadas en nuestro país. De hecho, recientemente se están viendo, de nuevo, casos de sarampión, tos ferina, difteria o meningitis. Algo que no ocurría desde la década de los sesenta del siglo pasado.
A todos aquellos padres que deciden no vacunar a sus hijos porque creen que las vacunas son innecesarias les recordaría que probablemente sus hijos no estén necesitando, de momento, esas vacunas porque los hijos de la inmensa mayoría de otros padres están vacunados y esas enfermedades tan peligrosas no abundan en nuestra sociedad gracias precisamente a esas vacunas que ellos desprecian tan alegremente.
 Pero hay un problema, y esta situación puede volverse aún más peligrosa. Nuestra sociedad cada vez está más diversificada, la movilidad de gente de nacionalidades muy distintas nos pone en contacto con otras culturas y también con enfermedades que estaban controladas. Porque nuestro calendario de vacunación no rige en otros países donde sus habitantes pueden ser portadores de algunas enfermedades que nos traen cuando llegan de viaje y que… pueden contraer todos aquellos que no estén vacunados.
Aun así, todavía hay algunos a los que les gusta agitar el avispero, alarmar al personal, contando, sin saber de la misa la media, la historia a su conveniencia. Me gustaría hablar con sinceridad de esos grupos que se hacen llamar antivacunas, pero la educación y cierto pudor a la hora de utilizar palabras soeces me lo impiden. Sólo comentar que cuando se habla de algo hay que saber de qué se habla, que decir una verdad a medias es peor que mentir y que utilizar el temor y el desconocimiento de algunos para cobrar protagonismo es ruin y despreciable.
Dejémonos de modas y tengamos un poquito de sentido común.



NOTA. El origen de la palabra “vacuna” y cómo se descubrió la primera de todas será un tema a tratar en una próxima publicación, en la sección “La Ciencia en la Historia”. Permanezcan atentos a sus pantallas.



16 comentarios:

  1. Paloma!! Pienso como tú en todo lo que has comentado. Tú sabes más del tema y eres capaz de explicarlo mejor, como has hecho en esta entrada.
    No entiendo muy bien esos argumentos de los que están en contra de las vacunas, para mí son necesarias, y no tiene mucho sentido defender que una enfermedad ya no se de en la población. Resulta que a veces hay sorpresas, como el caso de Olot que comentas. Sorpresas malas.
    ¡Si hasta mi gato tiene todas las vacunas que le tocan, como voy a pensar lo contrario sobre una persona!!
    En fin, a veces las modas es lo peor que puede pasar a la sociedad.
    Muy buena entrada y muy bien explicado!
    Un besote!!!

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    1. Hola, María.
      En el caso de Olot yo asistí estupefacta a las declaraciones de los padres diciendo que cuando decidieron no vacunar a su hijo fue porque hubo "gente" que les aconsejó no hacerlo y decidieron hacer caso mientras ignoraban los avisos del personal sanitario, mucho más cualificado y por tanto más de fiar.
      A veces, preferimos confiar en el primer cantamañanas que nos dice cualquier tontería antes que en la gente que sabe del tema y que está preparada para darnos consejo. Pero es lo que hay.
      Muchas gracias por tu visita, sé muy bienvenida.
      Un besote muy grande.

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  2. Vacunarse, naturalmente. Estas corrientes, falsamente naturistas, que pululan en ciertos ambientes no hacen más que hacer aflorar brotes de enfermedades que se consideraban ya erradicadas.
    Muy buen artículo, Paloma.
    Besos

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    1. Hola, Juan Carlos.
      Esta moda absurda de no vacunarse en pos de una mentalidad "naturalista" que nada tiene de natural, está provocando que enfermedades que estaban a punto de ser erradicadas, tengan un repunte, como es el caso de sarampión y difteria. Todo un sinsentido con consecuencias nefastas.
      Gracias, amigo.
      Un besote.

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  3. Lo has explicado de maravilla, Paloma. Yo soy muy radical y creo que la vacunación debería ser obligatoria. no solo se pone en riesgo al niño que no está vacunado, sino a todos los que entran en contacto con él.Este es uno de esos casos en los que el interés, económico o del tipo que sea, unido a la ignorancia causa grandes males.
    Es un tema sobre el que he hablado mucho en clase y los alumnos, una vez saben lo que es una vacuna,no entienden cómo alguien puede negarse a vacunar a sus hijos. Los adolescentes que aún son más radicales que yo, dicen que a esos padres había que quitarles los hijos: me cuesta convencerlos de que tampoco es eso.
    Un beso y enhorabuena por este magnífico post.

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    1. Hola, Rosa.
      Yo también obligaría a los padres a cumplir con el calendario de vacunación para poder matricular a sus hijos en el colegio, o en cualquier centro donde compartan actividades con otros niños. Si no quieren compartir las normas de convivencia que se vayan a vivir a la jungla, por poner un ejemplo, ahí tendrán toda la vida "natural" del mundo. A ver cómo se las apañaban.
      Creo que si optas por una "forma de vida" debes ser consciente que no todo depende de lo que "tú" quieres, que hay cosas que afectan a la convivencia, y las enfermedades infecciosas son un problema de todos.
      Me alegra que desde las aulas se combata esta idiotez que afecta a mucha gente. La única manera de acabar con la estupidez es la educación.
      Un besote.

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  4. Muy buena lección de sabiduría de la Ciencia, Paloma. Desde que yo nací las vacunas nos las ponían de niñas y gracias a ello no hemos tenido enfermedades reseñables de contagio. Mis hijos han sido vacunados de todo lo que era recomendable y tampoco nos han dado sustos. Hoy en día se oye a gente que son antivacunas, pues eso es una irresponsabilidad, no saben lo que se puede pillar con tanta diversidad mundial. Hace una semana me vacune de la gripe y como todos los años me lo recomendaron por mi enfermedad de bronquios y por mi trabajo, y eso hago vacunarme, por lo menos para si me contagian la enfermedad de la gripe no me de fuerte. Un abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      Afortunadamente tú eres una persona con sentido común y criterio propio que no se deja engañar por el primer cuentista que se pone a tiro. Pero hay mucho ignorante ansioso de ser "redimido" y que ve fantasmas donde no los hay, esos son los más vulnerables a estas corrientes perniciosas.
      Yo me vacuné de todo lo que en mi niñez se podía vacunar, pasé el sarampión y la varicela porque esa era la manera de inmunizarse cuando yo era una niña. Ahora también se vacunan a los niños de esas enfermedades porque se pueden dar complicaciones graves si se arriesga uno a que se contagien y es preferible prevenir.
      La gripe es una enfermedad poco importante para personas sanas, pero si hay cualquier otro tipo de riesgo, como en tu caso con los bronquios o las personas a las que atiendes, es una buena medida profiláctica el vacunarse para evitar sustos.
      Un besote.

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  5. Totalmente de acuerdo contigo Paloma. Estas corrientes aparte de poco científicas me parecen una auténtica irresponsabilidad porque como bien dices que sus hijos estén sanos es porque los otros sí se han vacunado y esta moda de demonizar las vacunas hacen que enfermedades que estaban ahí esperando estén volviendo con consecuencias muy graves. Me parece que hay temas con los que no se puede jugar, la salud es uno de ellos y no solo la de sus hijos sino la de todos los otros y mira me gustaría que se tomaran medidas para evitar que unos pocos pongan en peligro la salud de muchos.
    Besos

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    1. Hola, Conxita.
      Ya le comenté a Rosa, que yo soy partidaria de obligar a cumplir el calendario de vacunación para que un niño puede matricularse en un centro donde comparta actividades con otros niños. No nos podemos arriesgar a que una enfermedad infecciosa se extienda, más si tenemos en cuenta que las resistencias a los antibióticos (tema que trataré en un futuro) empiezan a ser un problema muy grave, y que están haciendo que las infecciones resistentes a antibióticos se estén convirtiendo en la primera causa de muerte en muchos países, por delante del cáncer o de las enfermedades cardiovasculares.
      Como bien comentas, la salud es un tema muy serio, y nos afecta a todos, no es cuestión de individualidades.
      Un besote.

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  6. Celebro que hayas sacado este tema a colación y te felicito por la forma tan didáctica que has utilizado para dar a entender la importancia y función preventiva de la vacunación. Siempre que leo u oigo manifestaciones de los mal llamados natutalistas en contra de las vacunas me pongo enfermo. Yo diría que si hay un tratamiento preventivo más eficaz y contrastado por los resultados a largo plazo ese es la vacunación. Y que detrás de ello no existen contubernios entre las farmacéuticas con la única finalidad de forrarse es que cuando se descubrió la primera vacuna, la industria farmacéutica estaba todavía en pañales. Espero con gran interés la próxima entrada en la que tienes previsto contar el nacimiento de las vacunas.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      Esa demonización de la industria farmacéutica no es más que pura paranoia. Algunos no pueden vivir sin ver enemigos por todas partes, sin sentirse atacados, y el "gigante" farmacéutico es un blanco fácil y muy cómodo. Pero esa gente no se da cuenta que el verdadero enemigo es mucho más pequeñito, es una bacteria, o un virus, que con su poder de invasión nos puede atacar y matar.
      Vacunarse es la única manera de defendernos y evitar que sucumbamos, y ahí están las estadísticas para informarnos de cómo descendieron las muertes por infecciones desde que se estableció un programa de vacunación.
      En fin, tontos del haba los habrá siempre.
      El nacimiento de la microbiología y la aparición de las primeras vacunas siempre me pareció una historia muy bonita. El propio origen de la palabra 'vacuna" es muy curioso. En principio pensaba seguir un orden en los bloques de entradas del blog y según ese orden interno, la próxima entrada debería ser una biografía, pero creo que es más apropiado que me lo salte y soga hablando, al hilo de esta publicación, sobre las vacunas pero desde un punto de vista histórico.
      Un besote y gracias por tu fidelidad.

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  7. Nada que añadir a lo que tú ya has explicado tan bien, Paloma. Es importante tratar el tema, darle divulgación y combatir con argumentos sólidos y bien cimentados las razones por las que las vacunas son y serán necesarias, frente a los detractores.

    Hace poco un centro educativo infantil se negó a acpetar en clase a un alumno no vacunado, por el bien y la protección de los demás alumnos. La controversia está servida porque claro, los padres dicen que tienen "derecho" a que su hijo reciba educación en el centro.

    Un beso y gracias por un post tan bueno.

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    1. Hola, Julia.
      Cuando oigo teorías alternativas que me chirrían, lo primero que intento averiguar es en qué se basan, pero la mayoría resulta que venden humo, no tienen ningún fundamento y aun así convencen a mucha gente. Me pone de los nervios.
      Este blog, en su modestia, pretende explicar, hacer accesibles algunas teorías para que bien entendidas sean aceptadas y, si es posible, sirvan de revulsivo a tanto cantamañanas que anda por ahí suelto contando verdaderas estupideces.
      A esos padres que alegan su derecho a educar a su hijo, les contestaría que los hijos de los demás tienen derecho a no exponerse a la enfermedad.
      Gracias por tu visita y sé muy bienvenida a este blog.
      Un besote.

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  8. ¡Hola, Paloma! Bueno, entrada "hipernecesaria". Una de las muchas cosas que ha traído la era digital es, desgraciadamente, la desinformación. El auge de los "terraplanistas" o estos movimientos pseudonaturalistas, más cargados de rancios prejuicios que de estudios prácticos y constatados. Si hay algo que en medicina ha salvado vidas son las vacunas, tú lo has explicado con meridiana claridad.
    Dentro de esta corriente "ultranaturalista" también encontramos los de las mujeres que quieren parir en bosques, en riachuelos... recuerdo que hace poco un hospital solicitó el auxilio judicial para realizar una cesárea dado el enorme riesgo vital del bebé y de la madre. Esta les puso una denuncia posterior por su "derecho al parto natural". En fin, vivimos una época donde parece que la estupidez campa a sus anchas.
    Por eso blogs como este son absolutamente necesarios. Pero claro, luego están los sesgos cognitivos de cada uno que impiden razonar algo que es contrario a sus creencias. Un abrazo!!

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    1. Hola, David.
      No sé si es culpa de la era digital o de que con tanta radiación electromagnética estamos perdiendo neuronas y nos volvemos medio tontos, pero es preocupante la facilidad que hay para convencer a algunos con teorías de lo más peregrinas.
      Ahora lo "natural" está de moda, en otro post ya avisé que "natural" no es necesariamente sinónimo de "saludable". En la Naturaleza hay muchas cosas que son peligrosas, e incluso mortales, por ejemplo algunas bacterias y virus.
      Lo de dar a luz en casa me parece una estupidez como un piano. Recuerdo una reunión familiar donde una de las mujeres que allí estaba alegó que si se quedaba embarazada le gustaría que su hijo/a naciera en casa; entonces saltó mi abuela (una señora que no recibió educación académica pero que sabía mucho de la vida, la mejor academia "natural" que uno puede tener, dicho sea de paso) y la regañó, le dijo que parir así se hacía cuando ella era joven porque no había posibilidad de ir a un hospital, pero que había perdido la cuenta de los niños que habían muerto por falta de asistencia médica al presentarse complicaciones (algo mucho más habitual de lo que algunos creen) y que renunciar a la seguridad de una buena atención era un estupidez y una irresponsabilidad para el hijo o hija. La aludida se calló y cuando le llegó el día se fue a un hospital (mi abuela era una persona muy afable pero cuando se enfadaba daba un poquito de miedo).
      Un abrazote, David.

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