miércoles, 11 de marzo de 2020

Cuando ruge la epidemia: ¿tú qué haces para combatirla?


Me había propuesto no escribir nada sobre el coronavirus porque bastante protagonismo ya tiene como para que venga yo a darle más ínfulas, pero la situación actual me ha hecho cambiar de opinión.
Desde que saltó la noticia de un virus nuevo allá por la lejana China supe de la importancia y la gravedad del hecho, pero no me alarmé. Ahora el virus maldito ha llegado a mi país, y de manera contundente, y aunque la preocupación ha aumentado sigo sin estar alarmada.
He sido muy crítica con la forma de reaccionar ante esta epidemia. La manera de comunicar lo que está pasando me parece sensiblemente mejorable. Desde mi conocimiento de cómo funcionan los virus en general, creo que no se ha sabido comunicar a la población la gravedad del tema ni la manera de afrontarlo. Empezando por el director general de la Organización Mundial de la Salud (en una de sus primeras declaraciones solo le faltó añadir «váis a morir todos») y terminando por cierto político italiano que animaba a sus compatriotas a ‘seguir con sus vidas’ (este señor, por cierto, está contagiado).
Ni tanto, ni tan calvo. Pero el ser humano ama los contrastes: o todo o nada. Bueno, pues en el equilibrio está la virtud, porque la epidemia es para preocuparse mucho y para estar alerta, pero eso no quiere decir que haya que alarmarse y entrar en pánico.
No voy a analizar la cantidad de bulos que circulan sobre el virus, porque el tema de los ‘fake’ es para hacérnoslo mirar por un psiquiatra. Esa tendencia a creer cualquier cosa sin saber quién lo dice y el propagarlo desaforadamente por las redes sociales para mí es una muestra de deficiencia mental severa (una enfermedad crónica y con difícil cura, por cierto).
Tampoco voy a analizar la letalidad del virus y a quién afecta más, esto ya ha sido explicado por expertos en todos los medios de comunicación y el que aún no se haya enterado es que, a lo peor, no quiere enterarse, y eso también es para que se lo mire un psiquiatra.
El miedo es libre y cada uno afronta sus temores como le da la gana o como puede, pero cuando hablamos de epidemias la cosa pasa de ser ‘individual’ a ser ‘colectiva’ y aquí radica quizás el principal punto débil para frenar la expansión. En China las drásticas medidas han sido acatadas sin rechistar, no sé hasta qué punto es porque los chinos son muy disciplinados o porque el régimen totalitario que los gobierna no les da otra opción, pero tampoco voy a analizar esto. El caso es que esas medidas están surtiendo efecto, ahí la epidemia se puede decir que está controlada porque se ha parado la transmisión y los resultados son francamente esperanzadores.
Ahora, el punto caliente está en Europa, sobre todo en Italia, aunque Francia y nuestra querida España están en un punto crítico. Se están empezando a establecer medidas que algunos no creen efectivas y por eso se cuestionan, aunque aquí vuelve a aparecer el concepto de ‘colectividad’, un concepto que los latinos tenemos dificultades para comprender.
Dejando a un lado a los apocalípticos que creen que con esto se va a acabar el mundo y ellos van a ser los primeros en caer (son los que se llevaron las mascarillas de las farmacias sin necesidad contribuyendo al desabastecimiento, mal rayo les parta), me centraré en la “gente normal”. El virus no suele afectar gravemente a la gran mayoría de la población, así que, si yo estoy en ese sector poblacional sin patologías previas, sin edad avanzada, y sin contacto con grupos de riesgo, pues no tengo por qué preocuparme así que seguiré «con mi vida». Esa postura puede ser lógica, pero desde luego es muy egoísta y sobre todo peligrosa. Porque, uno puede pasar la infección más o menos bien, pero debemos tener en cuenta dos factores que son los que hacen que este virus sea tan peligroso:
UNA: es muy contagioso, hay por ahí un número que utilizan algunos científicos, se trata del índice de contagio y que indica el número reproductivo de una enfermedad. Según la prestigiosa revista científica Lancet, el índice de contagio es 2,68. Es decir, cada paciente infectado (infectado no quiere decir necesariamente enfermo) puede transmitir la enfermedad a 2,68 personas, estas a su vez, infectarán a otras dos, etc, etc.
DOS: no hay vacuna, nadie está vacunado, lo que quiere decir que todos estamos expuestos al contagio, y aquí hay que tener en cuenta a los más frágiles sobre todo, pero también al personal sanitario porque sin ellos estamos perdidos.
Estos dos factores están relacionados entre sí; la no vacunación de la población conlleva que nadie tiene defensas contra este virus y por tanto en cuanto tomamos contacto con él, la probabilidad de contagiarnos es muy alta. A este respecto, es muy parecido a la gripe: el virus de la gripe no es banal ni mucho menos (en España mueren alrededor de 6000-7000 personas todos los años por la gripe), pero la vacunación previa hace que el sector más vulnerable esté protegido en su mayoría y los que no entramos en esa categoría podemos tener ciertas defensas ‘parecidas’ de procesos anteriores que nos pueden ayudar a pasar la enfermedad sin dificultades. Con el coronavirus nuestro sistema inmune tiene todo por hacer y eso es un problema.
Que no estemos inmunizados y el alto grado de contagio hace prever que todos, tarde o temprano, acabaremos pillando el virus puñetero. Pero de lo que se trata es de ganar tiempo, es decir, que esto no nos ocurra a todos a la vez. Si uno no va a presentar síntomas o lo va a pasar relativamente fácil, vale, no pasa nada, pero qué ocurre si se infectan todos los vulnerables de golpe, pues que todos irán al hospital ya que necesitarán ayuda sanitaria y ahí viene el problema: que los servicios de salud pueden colapsar. Unos servicios de salud que no solo son necesarios para combatir esta epidemia, sino para otros casos en los que aquellos que no son vulnerables al virus sí pueden verse afectados. Así que si algún egoísta cree que esto no va con él, que cruce los dedos para que no tenga una ataque de apendicitis y se quede sin asistencia por "overbooking" en su hospital.
Por eso lo de implementar estas medidas en algunos casos. No vale decir, «yo no tengo problemas, sigo con mi vida». No, eso no es así. Nuestra vida va a cambiar, está ya cambiando, quien quiera seguir mirando para otro lado se engaña y hace mal a todos. Ahora mismo lo perentorio es frenar el avance, y ahí todos tenemos que aportar nuestro granito de arena.
En mi comunidad autónoma se han tomado medidas restrictivas, de momento no muy severas, a unos les parece una exageración y una molestia, a otros les parecen insuficientes, pero ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos y a los españoles si hay algo que se les da mal es aceptar órdenes, sobre todo si alteran «sus costumbres».
Desde hoy, y de momento durante quince días, se suspende la actividad académica presencial, es decir, no se puede asistir a clase, ni en colegios, ni en institutos, ni en universidades. Además, se ha recomendado, a quien pueda hacerlo y se lo permita su empresa, que se trabaje desde casa, o que practique eso que parece un chollo (pero no lo es, os lo aseguro): el teletrabajo.
Una servidora, como profesora universitaria, no puede asistir a la universidad a impartir clases, lo que no quiere decir que deje desatendidos a mis alumnos pues los temas los daré online, cosas de la tecnología nuestra de hoy en día que no solo sirve para colgar fotos de las vacaciones para fardar. Por cierto, a mis alumnos que suelen leer esto: chicos, si no vais a la universidad, tampoco vayáis a la discoteca, el virus no sabe de músicas ni de silencios, le da igual.
El no acudir al trabajo conlleva muchas más cosas, por ejemplo, se evitan desplazamientos masivos de personas que comparten espacios comunes, como es el transporte público o centros asociados a cuando uno va al trabajo (el bar donde desayunamos o comemos en nuestra jornada laboral).
No me quiero poner de ejemplo de nada, pero mi propia experiencia es la que tengo más a mano. Desde hace unas semanas, viendo cómo aumentaban los casos de contagio y sin que ninguna autoridad me sugiriera nada, ya había decidido hacer algo por mi cuenta como no acudir a eventos multitudinarios (había en ciernes una manifestación a la que me gustaba ir otros años y que se vio afectada), no ir a exposiciones, no frecuentar grandes almacenes si la compra era prescindible (la ropa, por ejemplo, lo es), dejar de ir a espectáculos o a conferencias, etc. No quiero que se me tache de afectar a la economía del país, pero es lo que hay; ahora mismo el impacto económico es un daño colateral, porque para que la economía subsista necesita de la población que la revitaliza y a esta hay que mantenerla, en la medida de lo posible, sana.
Un virus nos ronda y aquí no vale echarles la culpa o toda la responsabilidad a los agentes sociales/políticos, ellos tienen su trabajo, pero nosotros también tenemos el nuestro.
Y nuestro trabajo básicamente consiste en ser responsables, seguir las indicaciones de los técnicos de salud pública (algunas normas, como la de lavarse las manos son tan básicas que a mí me resulta bochornoso que nos las tengan que repetir, porque la higiene personal es necesaria siempre, con coronavirus o sin él), no frecuentar espacios con aglomeraciones y al toser o estornudar no echarle la saliva al señor o señora que se encuentra a nuestro lado (otra norma básica que me parece lamentable tener que reseñar).
Un enemigo nos está atacando, se llama SARS-CoV-2, y todos debemos defender nuestro territorio, que es nuestra salud y la de los nuestros. Nosotros, los ciudadanos de a pie, seremos la primera avanzadilla de soldados para combatirlo, léase seguir las normas de higiene y las medidas restrictivas. Mientras, las unidades de combate especiales, léase personal sanitario de los hospitales, luchan en la línea donde la confrontación es más encarnizada. Los altos mandos militares, léase los científicos, están desarrollando estrategias para acabar con esta amenaza, ideando armas letales, léase antivirales, y escudos de protección, léase vacunas. Pero esto lleva su tiempo, y como en todas las guerras, la conflagración se gana batalla a batalla y cada soldado es fundamental para vencer. De momento, frenemos el avance de este enemigo, de acabar con él o de someterlo y controlarlo ya nos ocuparemos más adelante.
Cuando esto pase, que pasará, nada volverá a ser igual, todos habremos cambiado, nuestra forma de ver la vida, nuestra forma de entender el civismo y nuestra forma de comprender el concepto «colectividad». Esperemos, además, que sea para bien, yo estoy segura que así va a ser. Cambiar es fundamental para sobrevivir, ya lo dijo Darwin: no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta al cambio.   



18 comentarios:

  1. "Cuando esto pase, que pasará, nada volverá a ser igual, todos habremos cambiado, nuestra forma de ver la vida, nuestra forma de entender el civismo y nuestra forma de comprender el concepto «colectividad»". No lo tengo nada claro, pero, como a ti, me gustaría que así fuera.
    La verdad es que el hecho de que en los noticiarios el noventa por cien del tiempo estén con este tema, no ayuda nada. El desabastecimiento de Supermercados en Madrid que se veía ayer, es vergonzoso y contagiosos. Cuando fui a Mercadona había estantes enteros vacíos. Eso en León que en toda la provincia tenía ayer seis casos y hoy, nueve.
    Lo que no me parece de recibo es que suspendan las clases y los alumnos estén a las puertas de los institutos poco menos que de botellón y los parques llenos de críos. Tampoco sé si el cierre de universidades, con la fuga de alumnos hacia sus lugares de origen en toda España, es razonable o no será peor el remedio que la enfermedad.
    En fi, lo que tú dices: preocupación, pero no pánico.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En cuanto a civismo y sentido de la responsabilidad colectiva nos queda mucho por aprender, pero algo de sentido común empieza a calar, supongo que tras los primeros momentos de estupor, y me refiero a las medidas anunciadas el lunes, ahora la cabeza rige por encima del corazón.
      No te fíes mucho de lo que sale en la tele, los medios de comunicación están haciendo su agosto con este tema, y aunque se supone que están para ayudar no lo consiguen muchas veces, más bien todo lo contrario. Tú lo has dicho, Rosa, el noventa por cien del tiempo están hablando de lo mismo y eso es estresante, yo he tenido que apagar la tele porque me estaba angustiando. Si no se puede uno fiar de lo que sale en la TV es porque yo he ido hoy a hacer compra al súpermercado de mi barrio y no había desabastecimiento de absolutamente na-da. No digo yo que en algunos establecimientos se hayan dado aglomeraciones y hayan acabado con las existencias, las imágenes están ahí, pero esa no es la tónica general, al menos en la zona por la que yo me muevo.
      Los alumnos no están de vacaciones, y ahí los padres espero que sepan encauzar la situación. Yo misma estoy dando clases online y el curso, dentro de lo que cabe, sigue. Los parques de mi alrededor no tienen muchos niños, no sé dónde se habrán metido, pero ahí no están. En fin, tampoco me he paseado por todo Madrid, así que no puedo generalizar.
      La cosa es seria, y en donde yo también veo pegas en cerrar la universidad es en esos jóvenes que no son de Madrid y que ven una ocasión de volver a sus casas, aunque en los casos que yo conozco esa es más la intención de los padres que de los propios estudiantes.
      En fin, a ver si esto se arregla con estas medidas o es necesario implementar restricciones mucho más severas y bajo amenaza policial, espero que no. De momento, las autoridades comunitarias desaconsejan el uso de transporte público a la población de riesgo (yo le pedí a mi padre y a mi suegra, mis dos mayores de la familia, que no lo hicieran hace ya una semana).
      Ojalá que la pandemia (otra cosa que ha cambiado desde que escribí la publicación a ahora, fíjate) empiece a remitir en intensidad. Ya veremos.
      Un besote.

      Eliminar
  2. Estamos tan saturados con el tratamiento exagerado que los medios están dando al coronavirus que la población reacciona de forma bipolar: Pánico que lleva a desabastecer mascarillas o supermercados, por un lado, y pasotismo que lleva a ignorar las más elementales medidas de higiene, por el otro. El principal problema del coronavirus es que campa a sus anchas puesto que nuestro sistema inmune anda perdido con él. Lo bueno es que se trata de un virus bastante flojete si lo comparamos con el Marburg o el Ébola, que pueden llevarse por delante entre el 50% y el 90% de los infectados. Muy buen artículo, lúcido, claro y ojalá la gente te haga caso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Afortunadamente no estamos ante un Ébola que produce muchas muertes más, Ahora mismo el problema estriba en que es muy contagioso y las infecciones se dan muy rápidamente, en lugar de más pausadamente que sería lo mejor para poder afrontar los ingresos hospitalarios que solo afectan al 20% y de estos solo los más vulnerables tienen el riesgo de muerte. Como bien comentas, este, a ese respecto, es bastante flojete, por ejemplo hay otros peores, como el dengue (por cierto he leído que ha surgido un brote en Argentina) que afecta a muchísima gente y se trasmite por la picadura de mosquito, algo también muy peligroso.
      En fin, el ser humano es vulnerable y tiene que convivir con las amenazas que le rodean adaptándose.
      Gracias, Jesús, por la visita.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Yo creo que además del virus que anda circulando por ahí, existe otro tipo de enfermedad o, mejor dicho, enfermedades. Por un lado el pánico que se está desatando y por otro lado el poco civismo que se ve en la gente. El lunes por la mañana fuí al supermercado como siempre para hacer mi compra semanal. Estaba todo normal. Pero el martes por la tarde recibo un aviso de un familiar para que vaya corriendo a comprar porque se está agotando todo y el desabastecimiento era grande. Alarmada me acerqué otra vez al super, y no daba crédito a lo que veía. Las estanterías estaban todas vacías, no quedaba ya nada de carne, ni pescado, ni agua, ni leche,ni conservas...Salí de allí asustada, con la impresión de que se avecinaba un cataclismo. Pero ahora que lo puedo pensar más reflexivamente veo que nuestro gran mal no es el coronavirus, sino nuestra falta de civismo y solidaridad. Mucha gente tendrá los frigoríficos y congeladores de sus casas rebosando de comida, mientras otros, que no han ido arrasando estanterías, les faltará quizá para comer. Y lo mismo ocurre con las mascarillas y los desinfectantes. Muchos estarán en las casas sin usar ( pero se tienen por si acaso...) mientras en los hospitales están haciendo falta a personas que lo necesitan. Esto si que es una verdadera enfermedad, mucho más peligrosa que el virus.
    Por otro lado estoy completamente de acuerdo contigo en que la batalla la tenemos que ganar entre todos, aportando nuestro granito de arena. Por mi parte hace una semana que ya no salgo de casa si no es absolutamente necesario, evito las aglomeraciones, los centros comerciales,las cafeterías...soy prudente con los saludos, y por supuesto tomo las medidas higiénicas oportunas.Ya se que me puedo infectar, como cualquier otro, pero de esa manera no se lo pongo tan fácil a la enfermedad, y como tu bien dices, se gana tiempo, que es muy importante.
    Bueno,me he enrollado mucho.Espero que salgamos con bien de esta crisis sin precedentes, porque en todos los años que llevo vividos ( y son unos cuantos), no he conocido nada igual.
    Un abrazo, Kirke

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No te has enrollado nada, Rita. Agradezco esos comentarios tan generosos, porque son indicativos de interés y tu aportación me parece estupenda.
      Yo no he visto falta de nada en los súpermercados de mi zona hasta hoy, y lo único que faltaba era... ¡el papel higiénico! Lo de este artículo me llama mucho la atención, porque es algo que se ha llegado a comentar en los noticiarios, e incluso se ve en las imágenes en otros países. Yo no entiendo muy bien a qué se debe, si me creyera amenazada por la falta de algo creo que me preocuparía más quedarme sin leche, o sin legumbres, o sin agua, pero... ¿sin papel higiénico?
      Bueno, algunos son muy, pero que muy raritos. Ojalá que la cordura se asiente y con civismo y solidaridad, esa de la que tanto presumimos en otras ocasiones, se consiga desahogar los servicios sanitarios porque aqui, en Madrid, ya están empezando a colapsar, y eso sí que es grave. Yo estoy cruzando los dedos para que en estas próximas semanas no me dé un ataque de apendicitis o cualquier otra cosa grave, porque como tenga que ir a un hospital...
      Gracias por tu visita. Un besote.

      Eliminar
  4. Pues lo has explicado muy bien. Soy personal de riesgo por mi enfermedad de bronquios, no voy con mascarilla pero si toso lo hago en mi codo o en un pañuelo. De momento las precauciones que tomo son las de evitar aglomeraciones, entrar en los bares y aunque tengo que visitar el hospital tres veces a la semana para hacer rehabilitación pues tomo mis precauciones de no tocar con mis manos los lugares que toca todos como botones de ascensor o puertas.(La puerta de entrada es de las que dan vueltas y no hay que tocarla). Y si toco algo inmediatamente me lavo las manos después de salir. Lo principal es tener precaución y seguir la vida.Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como persona de riesgo eres muy cuidadosa y haces bien. Los que no estamos en grupos de riesgo deberíamos ser más solidarios con vosotros, y solo por no exponeros a más peligros deberíamos cuidar más lo que hacemos.
      A mí lo de lavarse las manos me lo enseñó mi madre desde pequeñita, en cuanto llegaba a casa lo primero que me obligaba a hacer era a quitarme los zapatos (un foco importante de gérmenes) en la entrada y luego me mandaba derechita al baño a lavarme las manos. Así se lo he enseñado yo a mi hija, y espero que ella lo haga con los suyos. Son normas mínimas de higiene que se deben seguir con epidemias o sin ellas. Por supuesto no solo hay que lavárselas al llegar de la calle.
      Como bien dices, hay que ser precavidos y tener sentido común.
      Un besote, Mamen.

      Eliminar
  5. Agradezco tus palabras y sentido común, resulta tranquilizador leerte. Ojalá tengas razón y aprendamos algo de esto. Hace unos días leía un artículo que venía a decir que en occidente somos "demasiado egoístas" para evitar la propagación del virus porque nos cuesta renunciar a nuestro modo de vida y anteponer el interés común al individual (la articulista mencionaba por ejemplo la caída en las tasas de vacunación, que ha hecho que rebrote el sarampión en algunos países de Europa). Añadir la tendencia a creerlo TODO cuando es vía red social y en contraste, el escepticismo absurdo cuando opinan expertos y responsables sanitarios, de locos. Las medidas draconianas de China aquí son inimaginables, pero a la fuerza ahorcan.
    Un abrazo virtual.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Gerardo.
      Yo también veo imposibles de implementar las mismas medidas de China aquí. En ocasiones como estas casi agradecería que tuviéramos un régimen totalitario (sé que es una opinión políticamente incorrecta pero cuando de salud se trata hay que ponerse las pilas). Puede que ese egoísmo de las sociedades occidentales esté detrás, no queremos renunciar a nada y lo queremos todo.
      Hace unos días escuché a un político de la Comunidad de Valencia decir que los valencianos estaban hundidos psicológicamente por la suspensión de la Fallas, a lo que yo pensé que mejor eso a que se les disparen los casos de coronavirus y los hospitales se colapsen. Lo que daría yo porque me quitaran las fiestas de San Isidro, la Paloma y la Feria del Libro juntas, a cambio de no ver los hospitales de mi comunidad saturados y el personal al borde del síncope (tengo un par de amigas enfermeras y farmacéuticas que están haciendo turnos dignos de cualquier súper héroe de cómic).
      A ver si con las medidas actuales se frenanalgo los contagios, si no la cosa va a estar muy mal.
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Lo has expuesto tan bien y has incidido en temas tan importantes, como la responsabilidad personal y colectiva, que ya mo publicaré en mi Cuaderno de bitácora la entrada que tenía prevista con el lema "respeto y responsabilidad", je,je.
    Uno de los mayores vicios de los españoles es la falta de previsión, dejarlo todo para el final y, diría que lo peor de todo es el egoísmo, al no pensar en las consecuencias que nuestros actos pueden tener sobre los que nos rodean. Lo de "cuando veas las barbas de tu vecino cortar..." no ha funcionado en este caso. China está muy lejos, sin duda, pero cuando loa contagios empezaron a externderse de forma alarmante, debíamos haber tenido ya un plan de choque por si acaso, y no ir tomando medidas según lo que iba haciendo nuestros vecinos. Sin ser alarmista, siemrpe he creido que en casos asñi es mucho mejor pasarse que quedarse corto.
    El tema de la información/desinformación es otro maldito problema. Si a la ignorancia (en el buen sentido de la palabra ignorar) y la incultura, le añadimos medias verdades, información confusa y a veces contradictoria, por no hablar de los bulos (algo también muy típico de este país), el desconcierto y la alarma están servidos. La histeria colectiva es difícil de parar cuando ya se ha manifestado. Esas colas en los supermercados para sobreabastecerse por si acaso, es muy propio de gente irresponsable e ignorante. Por no hablar del egoísmo al acaparar mascarillas que muy probablemnete nunca utilizarán (para esto están las bolsas de plástico, je,je) y en cambio dejarán sin ellas a personas que sí las necesitan. Y por si ello fuera poco aparecen los buitres a hacer negocio incrementando más de diez veces su precio.
    Y en cuanto al papel de los políticos, lo más recriminable (quién se lo iba a imaginar, dirán ahora) ha sido la privatización de centros sanitarios y la reducción de camas hospitalarias y otros recursos, y que ahora complica muchísimo la situación al no poder absoreber en algunos centros a todos los enfermos que deben ser hospitalizados. Muchos casos de saturación es por culpa de "algunos" que consideraron en su día innecesarios o redundantes esos recursos sanitarios.
    Un beso, Paloma.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero que recapacites y publiques en tu blog esa entrada pensada, seguro que aportas impresiones muy interesantes a este tema; hazlo por favor.
      Yo ya me empecé a preocupar cuando hablaron de un virus nuevo en China, porque, por muy lejos que pueda parecer, cualquier país está accesible en cuanto las distancias ahora son fáciles de salvar, además la accesibilidad a los medios de transporte por parte de la mayoría de la población contribuye a la expansión de lo que sea.
      Cuando en Italia comenzaron a crecer los casos alarmantemente yo pensé que aquí tendríamos que ir haciendo algo, pero incomprensiblemente se lo tomaron con tranquilidad, demasiada tranquilidad. Creo que las medidas restrictivas de esta semana se deberían haber implementado en Madrid algo más pronto, pero...
      La privatización de la sanidad afortunadamente, en la comunidad de Madrid, se frenó a tiempo gracias a la presión popular y del personal sanitario, cuando un juez lo paró. Lo que no se pudo parar fue el despido de más de tres mil médicos, un personal que ahora se está contratando contra reloj, si los hubieran dejado...
      Como ves, todo son puntos supensivos, porque creo que algunas cosas hubieran funcionado mejor si no fuera por los políticos. Yo confío en el sistema de sanidad español no tanto por las inversiones en él (francamente mejorables) sino por la implicación de su personal, muy bien preparado y con un espíritu de sacrificio loable, que nadie, o casi nadie, cuando esto pase, sabrá agradecer convenientemente,
      Para rematar lo del FMI es de juzgado de guardia. Hace años regañaron a España por invertir demasiado en sanidad y esa fue la excusa para hacer recortes, ahora nos dicen que deben asegurarnos de que nuestra sanidad esté fuerte... Estos tíos merecerían ir a la cárcel, de verdad te lo digo.
      En fin, no sigo con el tema porque me enciendo.
      Un besote, Josep María.

      Eliminar
  7. Yo pienso que mas vale prevenir que curar, y la verdad la prudencia es un grado que aprendí desde que tengo uso de razón.
    Creo que salir de casa no es necesario en este momento, no es necesario viajar, y tomar todas las medidas de higienes posibles, y por supuesto no entrar en pánico pero tampoco hacer como si no pasará nada, simplemente ser coherente y prudente con eso hacemos mucho, no, muchísimo.
    Mi hijo ha decidido por iniciativa propia quedarse en Madrid, porque mi madre es mayor y mi marido es enfermod e riesgo y me dijo que pensaba que lo mejor era no viajar y aguantar en casa todo lo que pueda, ahí esta, sale a pasear evitando los sitios con mucha aglomeración y dando sus clases online y adelantando trabajo para poder llevar bien el curso, ojalá muchos jóvenes y no tanto tuvieran tanta madurez como Jorge.
    Espero que esto pase, y aunque ya nada será lo mismo, porque veremos la vida, los virus y todo lo que conlleva de otra manera, si que habremos aprendido algo y es que por parte de los políticos, espero, a que m as vale ser previsor y tomar medidas cuanto antes y si son drásticas es pensando en el bien común, y dos tendríamos que aprender a ponernos siempre en el lugar del otro, en este caso los grupos de riesgo.
    Yo estoy preocupada como no, pero no tengo alarmismo, simplemente me preocupo por los que tengo alrededor como son mi marido y mi madre con 74 años y yo con un implante Coclear y mi hijo que anda en Madrid, en fin deseo y confió en que esto antes o después pase.
    Gracias por aclararnos las cosas con respecto al Coronavirus.
    Ah y con respecto a los medios de comunicación, mejor no digo nada, porque me podría extenderme, pero pienso que estar todo el día con el mismo tema, no ayuda ni a los enfermos ni a la gente en general, yo tengo a la pobre de Chari muy asustada y no hay derecho a eso, ya no se como a la pobre tranquilizarla, en fin, hay que hablar del tema pero sin crear alarmismo innecesario
    Un besote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué gran muestra de madurez la de tu hijo, Tere, pues decidió ser responsable antes de que nos tuvieran que obligar a serlo, me refiero al actual estado de alarma, ojalá otros estudiantes hubieran actuado igual. Y ójala algunos no se hubieran tomado esto como unas vacaciones.
      Yo también estoy preocupada por mis mayores, mi padre y mi suegra. Los tenemos confinados en sus casas y nos acercamos a llevarles comida y siempre respetando la distancia de seguridad, por si acaso.
      En situaciones así uno ve lo mejor y lo peor de la gente, en casos como estos cada cual se retrata a sí mismo y se ponen las cosas claras. Desde políticos deleznables que hacen chanza de lo que pasa en Madrid felicitándose por ello, hasta los que no quieren dejar su juerga y sus fiestas a pesar de todo. Esa gentuza se define a sí misma con sus actos y sus opiniones y quienes les apoyan demuestran ser igual de detestables.
      Pero en el otro plato de la balanza está la gente buena, la que vale la pena tener cerca. Hoy, cuando me he ido a comprar pan me he encontrado en el ascensor un cartel de la asociación de vecinos de mi barrio, en él ponen un teléfono y un correo electrónico para gestionar ayuda, es decir, para quienes se ofrezcan a hacer la compra o recados a quienes no pueden, y viceversa, para que quienes necesiten esa ayuda la pidan y se les pueda proporcionar. Estas cosas son las que me reconcilian de tanto imbécil egoísta. Y además, esta gente es la que yo procuro frecuentar, porque esas personas son las que valen, las que aportan positivismo y hacen que yo sea mejor.
      Esperemos que esta pesadilla acabe pronto y luego, más adelante, hagamos examen de conciencia preguntándonos "¿qué hice yo?"
      Un besote.

      Eliminar
  8. Muy buena reflexión Paloma.

    Por desgracia en estos casos aparece lo mejor y lo peor de las personas. La solidaridad, la responsabilidad y el trabajo entregado y también el egoísmo, la irresponsabilidad y la poca vergüenza de aquellos que toman esta crisis como unas vacaciones.
    Pensar en los otros parece que nos cuesta y mucho y en estos casos se trata de pensar en los más vulnerables y no solo en nosotros y en nuestras necesidades.

    Creo que esta crisis nos tiene que hacer reflexionar también sobre el papel alarmista de muchos medios de comunicación.
    El viernes escuchaba a una persona que decía que había bajado a comprar porque estaba escuchando en la televisión que se hablaba de desabastecimiento y no quería esperarse a ir a comprar el sábado por si no encontraba comida. En lugar de calmar a la gente, lo que se está haciendo es alarmar.
    Un beso enorme
    Después ver las imágenes de hoy en Benidorm con terrazas llenas de gente y como si no pasara nada me ha hecho enfadar porque esos irresponsables pueden seguir difundiendo el virus. Es una vergüenza que haya personas así de egoístas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Conxita, ya le comento a Tere que en estos casos se ve lo mejor y lo peor de cada casa. Irresponsables que se van de vacaciones, políticos que se cachondean porque Madrid es la principal afectada, y gentuza de todo jaez. Pero yo prefiero fijarme en la gente solidaria, la que sale al balcón a aplaudir a los sanitarios, la que ofrece su ayuda a los que no pueden salir, etc. Esa gente es la que vale la pena, y en la que hay que fijarse.
      Se habla mucho de lo malo que es la falta de información, pero creo que con esta crisis, cuando haya pasado, habría que analizar qué ocurre con la sobre-información (ni siquiera entro a valorar que la información sea buena o mala, que si es encima mala... apaga y vámonos). Este fin de semana he tenido momentos en que me angustié mucho y fue porque no hacía más que ver las noticias, ese goteo constante de infectados y fallecidos, casi minuto a minuto, me afectó y decidí apagar la televisión. Lo que ocurre en las redes sociales es parecido, tanto bulo, tanto 'me han dicho que...', tanto 'fake' alarmista, y tanta imagen manipulada, me han saturado. Así que, por mi salud mental, he decidido racionar la información, acudir a las noticias una o dos veces al día y emplear el tiempo libre (sigo trabajando en casa) para realizar tareas que me abstraigan de la realidad por un rato, como leer, escribir y... jugar al Trivial, al parchís, al monopoly o la Wii con mi marido y mi hija (de toda esta pesadilla creo que me quedaré con esas horas de juego, y eso que me suelen dar unas palizas....)
      En fin, espero que esto nos haga reflexionar más allá de si las cosas se hicieron/se están haciendo bien, y pensemos qué estamos haciendo nosotros. Yo, desde luego, ya estoy sacando muchas conclusiones.
      Un besote, guapa, y perdona el rollo.

      Eliminar
  9. ¡Hola, Paloma! Bueno, por supuesto leí este artículo cuando lo publicaste. Ahora, ya con más calma vuelvo a comentar. La verdad es que se agradece esta información que nos aportas, una información concreta, sin alarmismos, dejando clara la realidad que tenemos encima, sin dramas ni alarmismo interesado. Pero también con la advertencia de que nos enfrentamos a un problema que no hemos podido evitar, pero que sí que está en nuestra mano decidir cuánto tiempo queremos que nos afecte.
    Tras la perplejidad, el aluvión de informaciones, desinformaciones, alarmismo, show, creo que es el momento de aprovechar la oportunidad que hemos recibido. Es el momento de la reflexión, de darnos cuenta de que lo que teníamos, y de lo poco que lo valorábamos. Debemos resetear nuestras prioridades y aprender la lección. Quién sabe. Quizá, como mencionas, esta situación sea un punto de inflexión para una época mejor. Un fortísimo abrazo. Cuídate.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, David, estoy mirando la fecha de cuando escribí esta publicación porque son tantas las cosas que han cambiado desde entonces que parece que han trascurrido seis semanas y resulta que solo fueron seis días. Pero los cambios se han dado de manera vertiginosa, algo normal en una epidemia, o mejor dicho, pandemia que eso también ha cambiado, aunque poco afecta a la idea general, la verdad.
      Antes del estado de alarma yo ya avisaba de lo que podíamos hacer cada uno, a lo que se ve me lee poca gente o muchos no me hicieron caso ;)
      El confinamiento ya obligado (más o menos) aún está por ver si será efectivo porque, mucho me temo, estas medidas se han implementado tarde. El virus es nuevo, vale, su manera de comportarse es nueva, vale. Hasta ahí hay una explicación a tan lenta capacidad de reacción, pero caramba, que teníamos el ejemplo de Italia que nos podría haber enseñado cómo no se deben hacer algunas cosas. Pero ya de nada sirve lamentarse. Ahora hay que ser responsables más que nunca y como dice nuestro presidente, el de todos mal que les pese a algunos, si no lo hacemos por nosotros al menos lo debemos hacer por nuestros mayores, los verdaderos damnificados de esta pesadilla y factor clave en los malos datos que estamos teniendo en cuanto a mortalidad en España (voy a publicar enseguida algo hablando del tema).
      Respecto a las muchísimas reflexiones que se pueden obtener de este enclaustramiento casero te podría avanzar que a mí ya se me han ocurrido varios relatos basados en mis propias sensaciones. En un afán de sacar provecho hasta de las peores experiencias, yo estoy viendo algo positivo en este confinamiento y la verdad, aunque lo peor está por llegar, estoy aprendiendo a nivel personal muchas cosas y todas buenas. No hay mal que por bien no venga.
      Un abrazo, y cuídate también.

      Eliminar