Declara el pasado, diagnostica el presente,
pronostica el futuro. Practica estos actos (HIPÓCRATES)
A la protagonista de hoy en el blog la he catalogado
como rara avis porque en su persona confluyen varios elementos que la hacen
sumamente peculiar: es mujer, es española, es científica, está viva y tiene
reconocimiento fuera y dentro de nuestras fronteras (esto último sí que es
llamativo). No se puede negar que esta señora es muy, pero que muy rara.
María nace en Alicante en 1965, se hace bióloga en
la Universidad Autónoma de Madrid y con veintiocho años se doctora en Bioquímica
y Biología Molecular teniendo como directora de tesis a toda una eminencia,
también mujer y también española: Margarita Salas.
Recién doctorada, María se va a Nueva York a
trabajar como investigadora en el laboratorio de otra eminencia, también mujer (pero
no española, sino americana): Carol Greider. En 1997 regresa a España para
trabajar en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. En el CSIC centra sus
estudios en una molécula que conoce cuando está en Nueva York y que le ha
enseñado Carol, la telomerasa (hablaré más adelante de ella) y su aplicación en
la oncología.
El fruto de sus trabajos con esta molécula la llevan
al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) bajo la dirección de
otra eminencia también española: Mariano Barbacid. Su trayectoria profesional y
sus muchos méritos académicos le han procurado reconocimiento internacional y
distinciones importantes. Desde 2011 es la directora del CNIO.
Margarita Salas, Mariano Barbacid, Carol Greider,
María Blasco. Estamos hablando de pesos pesados de la investigación. Viendo esto
yo no puedo evitar recordar el dicho: «Dios los crea y ellos se juntan».
El campo en el que María Blasco ha centrado sus
estudios lo empezó a desarrollar en su etapa neoyorquina. En el Cold Spring Harbor Laboratory se inició en la
investigación que lideraba su jefa de allí, Carol Greider.
Carol Greider había descubierto una enzima*, la
telomerasa. Este hallazgo supuso una revolución en el conocimiento del
mecanismo por el que las células se multiplican, haciendo abordar algunos temas
de salud desde otra perspectiva. Fue tan importante el descubrimiento que Carol
recibió el premio Nobel en 2009.
¿Qué es la telomerasa? ¿Qué tiene
que ver todo esto con el cáncer? Vayamos por partes.
Antes de explicar la telomerasa y qué hace, tenemos
que saber qué son los telómeros (siento las palabrejas, pero es lo que hay).
Los telómeros son los extremos de los cromosomas (orgánulos
que se encuentran en las células y que contienen el material genético). Si bien
el cromosoma es el portador de la información genética, no todo su material
tiene esa función. De hecho, los telómeros no contienen información para codificar
y transformar en características somáticas.
Entonces, si un telómero es parte de un cromosoma
(cuya función es transmitir información genética) pero no tiene información
genética… ¿qué pinta en el cromosoma? La verdad es que los científicos aún no
se aclaran demasiado con esta cuestión, pero casi, casi, ya han llegado a un
consenso: los telómeros se encargan de preservar el cromosoma, consiguiendo que
este funcione adecuadamente al replicarse.
La importancia de los telómeros en los cromosomas es
tal que cuando su longitud se acorta a medida que la célula envejece, el
cromosoma tiene dificultad para duplicarse y la célula en cuestión muere cuando
los telómeros desaparecen. Así que los telómeros tienen un papel primordial en
el envejecimiento (y muerte) celular.
Entonces, uno se puede hacer la siguiente propuesta:
si se consiguiera que los telómeros no desaparezcan nunca, las células nunca
envejecerían ni morirían. Esta propuesta se la hicieron muchos científicos,
entre los que se encontraba la jefa de María, Carol Greider. Pero para impedir
que los telómeros se acorten, primero hay que saber qué hace que se acorten,
¿no? De cajón.
Bueno, pues Carol Greider se puso a la tarea con
esto e investigando y volviendo a investigar, se encontró con una enzima*, la
telomerasa. Resulta que esta molécula, entre otras cosas, se encarga de formar
los telómeros, de manera que, cuando falta, estos se acortan hasta desaparecer con
el efecto negativo para la célula que antes se ha comentado.
Este es, a grandes rasgos, el papel de los telómeros
y la telomerasa.
Hemos comentado que si conseguimos que los telómeros
no desaparezcan, la célula no moriría nunca, y que estos se forman gracias a la
telomerasa, por tanto ¿la telomerasa puede ser el verdadero elixir de la eterna
juventud?
Aunque la premisa está bien fundamentada, la cosa no
es tan sencilla. Sí es cierto que se está estudiando más sobre el mecanismo de
envejecimiento celular atendiendo a la función de la telomerasa, pero todo está
en mantillas (recordemos que el descubrimiento de esta enzima es relativamente
nuevo).
Pero volvamos con María Blasco, nuestra protagonista.
Ella trabaja en el CNIO, un centro que estudia el cáncer. ¿Qué tiene que ver el
cáncer con el envejecimiento celular y su (posible) manera de impedirlo? Pues
tiene que ver mucho, porque si tomamos la premisa de antes, pero al revés, en
el caso de los tumores la telomerasa podría tener un papel muy importante.
Si los telómeros desaparecen al no haber telomerasa
que los ‘fabrique’, la célula muere. Que una célula muera no conviene… o sí si
se trata de una célula cancerosa. ¿Lo pilláis?
Al igual que en el caso del elixir de la eterna
juventud, la telomerasa no es la panacea, esta molécula tampoco parece ser la solución
definitiva para evitar los tumores. Sin embargo, sí parece que pueda ser una de
las vías para atajar el cáncer, al menos algunos tipos, y como aún tenemos
María para rato, yo no descartaría que diera con algo muy impactante. Lo mismo
hasta consigue el Nobel. ¿Os lo imagináis? Mujer, española, científica y con
premio Nobel. Eso sí que sería raro, raro, raro. Pero cosas más extrañas se han
visto, y si alguien puede darnos una noticia así, esa es María Blasco.
(*) Ya expliqué
lo que es una enzima en Y esto, ¿para qué sirve? El que no se acuerde que pinche
en el enlace y se ponga a repasar.