A lo largo de
la Historia son muchos los casos donde las mujeres han sufrido un trato
desigual por su condición femenina. Son innumerables las injusticias que soportaron,
de parte de sus colegas masculinos, mujeres altamente cualificadas en un
determinado campo profesional. La Ciencia, por desgracia, no fue inmune a esta
situación.
Muchas veces, y
esto es ya la guinda del pastel, estas mujeres no solo fueron ninguneadas, sino
que sus trabajos fueron atribuidos a varones haciendo que el escarnio fuera
total. Esto es lo que se viene a llamar “efecto Matilda”, es decir, el
prejuicio en reconocer que un trabajo científico es obra de una mujer
adjudicándoselo a un hombre. El nombre viene de Matilda Gage, una sufragista
del siglo XIX que, por primera vez, dijo en voz alta lo que estaba pasando con
muchas científicas.
Maria Skłodowska-Curie
tuvo que soportar la humillación de ser rechazada, en un primer momento, para
el Premio Nobel por ser mujer mientras que, a su marido, Pierre Curie, y a
Henri Becquerel sí les daban el reconocimiento. Tan solo la firme negativa de
Pierre Curie para aceptar el galardón si su mujer no era incluida en él propició
que finalmente fuera premiada.
Trotula, una médica
del siglo XI, fue humillada hasta el punto de que su propio nombre fue cambiado
por el de Trottus, el equivalente en masculino, haciendo creer que todos los
escritos por ella creados eran obra de un hombre pues se consideraban demasiado
buenos para salir de una mente femenina.
Tanto Marie
como Trotula tuvieron su espacio en forma de biografías en ‘Demencia la madre
de la Ciencia’ (Maire Curie, Trotula de Salerno). Pero muchas otras científicas fueron víctimas del
efecto Matilda.
Uno de los más
cercanos y sangrantes fue el de Rosalind Franklin. Esta mujer tuvo una mente
privilegiada que le hizo destacar en el campo de la biología molecular, pero
también tuvo la mala suerte de recalar en una de las instituciones científicas
más rancias y ancladas en el pasado: el King’s College de Londres.
Corría el año
1951 cuando Rosalind llegó al King’s procedente de París. Para empezar, le
asignaron un laboratorio muy pequeño situado en los sótanos y con un
equipamiento muy anticuado. Nada que ver con las instalaciones de las que
disfrutaban sus colegas James Watson y Francis Crick en la universidad de
Cambridge.
Watson, Crick y
Franklin andaban estudiando la estructura del ADN. Para completar un imperfecto
cuadrado, en el King’s había otro investigador que también trabajaba sobre el mismo
tema, Maurice Wilkins. A este último le sentó como un tiro que la brillantez de
Rosalind fuera tan notoria.
Las muestras de lo rancio que era el King’s
College se daban en muchos aspectos y las principales damnificadas eran las mujeres. Rosalind hubo de bregar con situaciones esperpénticas, tales como
tener que almorzar en su casa o en el comedor de estudiantes porque en el de
profesores no estaba permitido el acceso a las mujeres, aunque fueran
trabajadoras del centro. La repera.
Cuando el director
del centro ―en un alarde de valentía insólita― ordenó que las investigaciones
sobre el ADN las dirigiera Franklin y no Wilkins, este puso el grito en el
cielo y se mosqueó cantidad. No podía tolerar que una mujer fuera su jefa en
lugar de su subordinada, así que se declaró en rebeldía y empezó a hacerle la
vida imposible a su “superiora”.
Las tensiones
entre estos dos llegaron a tal punto que Rosalind se marchó del King’s College,
harta de tanto troglodita y cuando estaba a solo un paso de identificar la
estructura del ADN. Con el camino libre, el cavernícola de Wilkins se apropió
del trabajo de Rosalind que consistía en imágenes de la estructura helicoidal
del ADN captadas por ella mediante difracción de rayos X. Con el descaro propio
de alguien que no tiene escrúpulos, Wilkins compartió esas imágenes con Watson
y Crick ―los que andaban investigando lo mismo en Cambridge―. Así, los tres
juntitos, señores vestidos por los pies y rodeados de testosterona por todas
partes, se erigieron como los descubridores de la doble hélice del ADN (un
descubrimiento que cambiaría la manera de entender la biología a partir de ese
momento) y se llevaron el premio Nobel, dejando a Rosalind sin el más mínimo
reconocimiento a su aportación.
Con los años se
acabó admitiendo que el trabajo de Rosalind Franklin aportó información importante
al hallazgo y hoy en día se la considera, junto a los otros tres impresentables,
descubridora de la doble hélice del ADN. Pero el Nobel se lo llevaron ellos.
Hay muchos más casos
del efecto Matilda, pero el más llamativo es el que se dio con Ben Barres. Este
científico vivió en primera persona dicho efecto y pudo constatar en sus carnes
que una mujer científica no es tratada igualmente que un hombre científico. Y
si lo supo muy bien es porque él fue las dos cosas.
Ben Barres fue
un neurocientífico estadounidense que nació mujer. Sus primeros cuarenta y tres
años de existencia los vivió con el nombre de Barbara, luego se cambió de sexo y pasó
a llamarse Ben, convirtiéndose en uno de los primeros científicos transgénero.
Antes de
llamarse Ben ya destacaba en el mundo científico por su inteligencia y
preparación, pero tenía ciertas dificultades para publicar. Incluso cuando,
siendo estudiante, resolvió brillantemente un difícil problema, sus compañeros
varones la acusaron de haber sido ayudada por su novio.
Ben denunció en
diferentes publicaciones el distinto trato recibido en el mundo científico cuando
era mujer respecto al que tuvo cuando fue hombre. La primera muestra de esta discriminación
la tuvo nada más impartir su primer seminario como hombre. En aquella ocasión
tuvo que escuchar de un colega, que no sabía de su transición de género: «Ha
impartido un gran seminario. Su trabajo es mucho mejor que el de su hermana».
Por lo visto, el lumbreras en cuestión creía que Barbara era hermana de Ben al tener
el mismo apellido y trabajar en el mismo campo. Los hay con una perspicacia y
un tino…
Afortunadamente
las cosas van cambiando, las féminas son reconocidas en sus profesiones y no se
las cuestiona por ser mujeres, pero aún hay mucho camino que recorrer.
Esperemos que
el efecto Matilda vaya perdiendo fuerza y que los sinvergüenzas que quieran
aprovecharse del trabajo de sus colegas femeninas se extingan como lo suelen hacer
las especies que no tienen cabida ni sentido en la Naturaleza.
Interesante entrada. No sabía que se denominase así el ninguneo hacia las mujeres en ciertos campos profesionales. Como siempre, Paloma, un post de lo más ilustrativo. Muchas gracias por ello.
ResponderEliminarBesos
Hola, Juan Carlos.
EliminarEste efecto Matilda, desconocido como tal, es más bien una curiosidad, porque el ostracismo al que la mujer es sometida aún es algo por todos conocido, así que se llame como se llame, eso en realidad da igual.
Me encanta descubriros cosas nuevas.
Un beso.
Hola Paloma desconocía el nombre del efecto Matilda que por desgracia no es exclusivo de las ciencias aunque en estas es muy llamativo. Hace no mucho leí en una entrevista que Beatriz Luengo explicaba que sus primeras composiciones para hombre las firmaba solo Yotuel porque reconocía que si aparecía una mujer vendía menos. Es del todo absurdo pero aún siguen pasando estas cosas pero poco a poco cada vez hay más mujeres reivindicando nuestra valía en todos los campos.
ResponderEliminarPor cierto, disculpa porque hoy me he dado cuenta que no me había hecho seguidora del blog. Estaba convencida de que lo había hecho y veía lo publicado en fb y no entendía porqué no me salía en las publicaciones, y resulta que no le había dado a seguir. ¡¡¡¡Vaya despiste!!!!
Besos
Hola, Conxita.
EliminarDurante la Historia muchas mujeres hubieron de tomar nombres masculinos para que se las considerara, o simplemente para poder publicar sus obras, en cualquier campo.
Ese papel secundario que ha tenido la mujer a lo largo del tiempo ha calado tanto que inconcientemente, para algunos productos, el nombre de una mujer "vende" menos que el de un hombre, y creo que eso solo se podrá superar a base de educación a nuestros niños para que asuman la igualdad como algo natural.
No tienes nada por lo que disculparte, Conxita. Puse el gadget de "Seguir el blog" porque puede ser más cómodo para quienes tengan interés en las publicaciones, pero está claro que no es imprescindible, pues tú, sin ser "seguidora" has pasado por todas ellas por estar interesada, así que muchas gracias por tu fidelidad.
Un besote grande, grande.
Yo tampoco sabía lo del "Efecto Matilda". Me llega tarde el conocimiento y ya no lo puedo decir en clase. Con lo bien que quedaría yo mencionando el efecto Matilda.
ResponderEliminarEn clase siempre que les hablo del descubrimiento de la estructura del ADN les contaba lo de Rosalind Franklyn. la verdad es que cuando les dieron el Nobel a Watson, Crick y Wilkins ella ya había muerto. No sé lo que hubiera sido de haber estado viva porque lo que siempre se supo es que las fotografías que determinaron el descubrimiento de la doble hélice eran suyas. La verdad es que en "La doble hélice", el librito de Watson donde cuenta el descubrimiento, le atribuye el mérito que le corresponde.
Me parece casi más sangrante lo de Michaelis y Menten que tras hablar de ellas toda la vida como Michaelis Menten, el día que vi sus nombres, por fin descubrí que eran dos mujeres. Manda huevos.
De los que no sabía nada es de "los dos hermanos" Barres... Manda huevos.
Me encanta esta sección.
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarEs cierto que Rosalind había ya fallecido cuando al trío calavera (les tengo una tirria a esos tres...) recibió el Nobel. No sé si estoy equivocada, pero creo que hay un límite de personas para recibir el premio, y creo que está en tres, así que, de seguir viva Rosalind, ¿tú crees que la habrían incluido?
No he leído "La doble hélice" pero tengo entendido que en ese libro, Watson se dedica más que nada a darse autobombo y es bastante controvertido porque a Rosalind la cita pero le resta mérito más que dárselo porque deja su papel como una contribución secundaria con poco valor. O eso es lo que he podido averiguar, porque, insisto, yo no lo he leído.
Con Michaelis-Menten hay un poco de lío. Para empezar, y si te sirve de consuelo, yo creía que era un señor solo que se llamaba Michaelis (como una variante de Michael) y que se apellidaba Menten, así que lo mío es peor. Cuando ves el nombre de pila lleva a confusión, porque el de Michaelis es Leonor, y el de Menten es Maud, así que uno cree que son dos mujeres, pero tampoco. La verdad es que eran una pareja de hombre y mujer, ya que Leonor, en este caso, corresponde a un señor, que ya tiene traca la cosa.
Este lío de nombres con los padres de la ecuación de marras creo que es un reflejo colateral de la complejidad de la cinética enzimática (esto es cosa mía de cuando me da por sacar conclusiones extrañas, ja, ja, ja.)
Por cierto, ¿sabes que Maud Menten está en la cola de biografías pendientes de publicar?
Un besote.
Pues yo no solo no conocía el efecto Matilda sino que tampoco me había percatado de que no figuraba como seguidor de este blog, ja,ja,ja. Gracias, Conxita, por hacérmelo notar.
ResponderEliminarEs muy frustrante que se reconozca la valía y los hallazgos de una mujer cuando esta ya está criando malvas. El machismo ha llegado a extremos increíbles en una esfera, como es la ciencia, en la que se debería promover el conocimiento por encima del sexo de quien hace un descubrimiento. Creo firmemete que, de no haber existido esos prejuicios, la ciencia habría adelantado más todavía.
En ciencias quizá ya se haya mitigado el efecto Matilda, pero todavía exiten áreas y países en los que las mujeres tienen que disfrazarse de hombre para acceder a espacios reservados exclusivamente al sexo masculino. En Irán, hasta ahora mismo, las mujeres no podían asistir a un partido de futbol y si lo hacían era bajo el aspecto de un hombre. Me imagino que en ese país no hay muchas científicas.
Un beso.
Hola, Josep Mª.
EliminarEl ninguneo a las mujeres aún existe en muchos campos y en muchas sociedades, así que hay que seguir peleando para reivindicar la igualdad de oportunidades. Es cierto, que en nuestra sociedad hay injusticias pero lo que pasa en otros países con un nivel aún más retrógrado es indignante. Lo del fútbol de las mujeres iraníes es para enfadarse de verdad, porque tengo entendido que las han dejado pasar al estadio porque la federación internacional de fútbol (o como se llame, que yo me hago un lío con la UEFA, la FIFA y toda esa gente) se lo ha impuesto bajo pena de expulsar a la selección de las competiciones (o eso me han contado).
Evidentemente, si no las entrar en un estadio, mucho menos las van a dejar entrar en un laboratorio, seguro.
Ya le comento a Conxita, que lo de seguir el blog lo puse para hacer más cómodo el saber que hay publicaciones nuevas, pero está claro que no es necesario totalmente, pues tú, sin seguirlo hasta ahora, no te has perdido ni una, y eso es lo realmente importante para mí, que esto que escribo se lea. Si "aparecen" en el gadget muchos o pocos seguidores en realidad me da lo mismo. En el otro blog tengo un mogollón y creo que lo lee una décima parte así que...
Un besote.
Hola Paloma, desconocía también el "efecto Matilda" . Coincido con Conxita en cuanto a que es un problema que abarca prácticamente todos los ámbitos. Aunque se han producido grandes avances, queda un gran trecho por recorrer. Lamentablemente, en pleno siglo XXI las mujeres seguimos estando muy por detrás de los hombres en cuanto a reconocimiento y valía en cualquiera de los campos.
ResponderEliminarUn texto muy interesante.
Que tengas un bonito comienzo de semana.
Abrazos.
Hola, Marina.
EliminarEs complejo saber realmente por qué, ahora mismo, sigue habiendo tanta discriminación. Que en el siglo XIX, o antes, hubiera desigualdad, casi era lo esperable. Pero no se entiende que ahora, con una concienciación social, aún haya diferencias. Creo que todo cuestión de educación, y lo que a mí me preocupa es que muchas veces, un niño aprende estas cosas "solo" de su madre (no debería ser así) y encima esta le orienta hacia la discriminación. Que haya machismo me enfada, pero que lo defiendan algunas mujeres, me subleva.
En fin, como digo,es un tema complejo la dificultad para erradicar la desigualdad.
Gracias por tu visita y tu aportación.
Un beso y buen martes.
Bueno, no sabía de este efecto y, lo peor, ¡desconocía el papel de Rosalind Franklin en el descubrimiento de la cadena de ADN. Desde luego, se me han caído los mitos de Watson y Crick por el resto de los días. Muy bien hilados los ejemplos hasta llegar al de Ben y ese episodio protagonizado por ese lumbreras. Desde luego, el zasca que tuvo que recibir sería de época.
ResponderEliminarInteresantísimo artículo, Paloma. Un fuerte abrazo!!
Hola, David.
EliminarEl tema Franklin-trío calavera es indignante, porque la ignoraron y se apropiaron de su trabajo para quedarse tan panchos.
Lo de Ben y su "hermana" Bárbara es de chiste, pero por desgracia real, y ocurrió en los años noventa, que tampoco fue hace tanto.
Ahora que has mencionado ese zasca, me has recordado al 'zas en toda la boca' de nuestro querido Sheldon y con una asociación de ideas por lo del Nobel, me ha venido a la memoria que hay un homenaje-guiño a la Curie en "Big Bang Theory" cuando le plantean a Cooper pasar de su mujer Amy, para quedarse el premio con los otros dos jetas, ¿recuerdas? negándose él, Me pareció un guiño a Marie Curie, porque eso mismo le propusieron a su marido, Pierre Curie, y él también se negó. Los guionistas de esa serie son geniales.
Un abrazo.
Buenos días, vengo de un blog amigo, me he paseado un poco por tus páginas y me ha gustado tanto lo que escribes que he decidido quedarme contigo. Mi espacio se encuentra en https://elbaulderita.blogspot.com/. Un saludo
ResponderEliminarHola, Rita
EliminarGracias
Hola!Me sumo a la lista de los que desconocíamos el significado del término Matilde .En muchos casos se negó a la mujer los logros.como la fantástica Curie y en las letras!!!! Fantástico post y aprendí un montón. Con gusto compartida💪💪💪💪Saludosbuhos💗
ResponderEliminarHola, Búhos.
EliminarEste efecto Matilda no es conocido por mucha gente, incluida la que se dedica a la Ciencia. Gracias por compartir para que se difunda y seamos conscientes de las dificultades que aún hay para que a las mujeres se les reconozca su trabajo.
Un abrazo.