Por selección
natural o por tradición (a veces no está claro dónde termina la genética y
dónde empiezan los hábitos adquiridos), las mujeres desde antiguo se han
dedicado al cuidado de los demás. Algunos dicen que esto es cosa del
patriarcado, pero el caso es que cuando la sociedad era más igualitaria en
cuanto a sexos, es decir, en la Prehistoria (manda narices, siempre tratando de
bárbaros a los cavernícolas y resulta que no eran machistas), este papel
protector de las féminas era muy bien valorado y las mitologías de diferentes
culturas así lo demuestran con un panteón rico en diosas dedicadas a las
ciencias de la curación.
En el pasado,
el arte de sanar, el de la cirugía (en sus niveles más rudimentarios) y el de
atender partos, siempre estuvo en manos de las mujeres. Detrás de estas
prácticas se encontraba otro “arte” que sustentaba el conocimiento y el motivo
por el que las mujeres sabían cuidar tan bien las dolencias: la herbología.
Que las
mujeres supieran tanto de hierbas fue una consecuencia de otra tarea que en las
sociedades del Paleolítico también realizaban ellas en exclusividad: la
recolección de alimentos.
Mientras los
hombres, por una cuestión de fuerza física, se dedicaban a cazar mamuts, las
mujeres se centraban más en recoger alimentos. En aquella recolección alimenticia,
las mujeres aprendieron a distinguir qué plantas eran apropiadas para comer y
cuáles eran las chungas. Esto, que puede parecer baladí, era muy importante: no
es lo mismo comerse un níscalo que contiene hierro, carotenos y vitaminas para darte fuerza y ánimos, que comerse una amanita que contiene amanitina y faloidina para darte un billete en primera clase al más allá.
Aprendieron también a secar, almacenar y
mezclar sustancias vegetales y, de paso, descubrieron qué hierbas servían para
tratar algunas enfermedades. Cuestión de experimentación a pie de campo (nunca
mejor dicho lo de 'campo').
Durante
milenios, las sanadoras, las herboleras, eran mujeres. Con el paso del tiempo y
cuando la caza dejó de tener tanto protagonismo porque se había descubierto
la ganadería, los hombres, ociosos ellos, empezaron a decantarse por el
pastoreo y darse de mamporros con los vecinos de al lado por cosas como «estos
pastos son míos y no tuyos». No obstante, la guerra y el pastoreo tampoco daban
para mucho y fue cuando el genio varonil centró su atención en otras funciones
que no le atraían en principio pero que vieron que molaban. Entre estas
aficiones se encontró la de curar a las personas, y para que tuviera más caché,
que para algo lo iban a hacer ellos, lo llamaron “medicina”.
Entonces, las
mujeres dejaron de dedicarse oficialmente al arte de sanar para dejar paso a
los ‘médicos’. Algunas se resistieron y durante centurias siguieron practicando
su arte milenario, pero retiradas en lugares apartados y con el recelo de muchos
que, con muy mala intención, las empezaron a llamar brujas.
Esta podría
ser una manera muy simple de contar cómo nació la medicina y de cómo pasó a ser,
en sus principios, casi exclusivamente territorio masculino hasta finales del
siglo XIX cuando el sufragio universal despertó conciencias y muchas mujeres se
pusieron en pie de guerra para acceder a las universidades y poder estudiar
diferentes carreras que solo podían cursar los varones. Entre estas carreras universitarias
se encontraba la de medicina. Hasta entonces lo más cerca que podía estar una mujer
para acceder a la práctica de la medicina era el ser enfermera o comadrona (si
queréis saber cómo lucharon y lo que tuvieron que hacer algunas podéis ir a
este enlace: Elizabeth Garrett Anderson, la médica testaruda).
Sin embargo,
entre los siglos IX y XIV, hubo un refugio de cultura y discernimiento donde las
mujeres tuvieron acceso a la formación académica en su más alto nivel. Aquel oasis
se encontraba en el sur de Italia, en Salerno.
La Escuela
Médica Salernitana fue la primera escuela médica medieval y está considerada la
primera universidad europea. En aquel santuario de sabiduría médica se podían
consultar textos de Hipócrates, Galeno y Dioscórides (unos genios de la
medicina/farmacia de la Antigüedad, si Nobel hubiera nacido antes, estos tres
se habrían llevado sus correspondientes galardones). La cercanía con África y
Sicilia, hizo que médicos árabes y judíos acudieran allí para compartir
conocimientos avanzados (en aquella época, los árabes y los judíos, eran lo más
en prácticas médicas, como ahora los norteamericanos y los alemanes). De hecho,
cuentan que la excelsitud de esta escuela se basó en que fue fundada por cuatro
maestros: un judío, un griego, un árabe y un latino. Las diferentes
procedencias de estos sabios, con maneras distintas de entender y practicar la
medicina, derivó en una síntesis enriquecedora y fue el germen de la calidad
que después caracterizó a la institución.
La fama de
los médicos formados en esta escuela cruzó los mares y las fronteras, y eran
recibidos en las cortes medievales como si de futbolistas championeros se
tratara, pero con más respeto porque de todos es sabido que es más útil salvar
vidas que marcar goles (aunque dé menos dinero).
Pero esta
universidad tenía otra peculiaridad que la hacía aún más excepcional: entre sus
estudiantes y sus profesores se encontraban muchas mujeres.
De todo esto
lo más llamativo es que pudieran enseñar. Hay que recordar que, muchos siglos después, si la entrada
de la mujer en la universidad costó mucho, lo de que impartiera clases fue más
difícil aún. Para las entendederas de muchos cazurros decimonónicos era complicado
aceptar que una mujer quisiera aprender, pero que, además, osara y pretendiera
enseñar… ¡eso era demasiado!
Por tanto,
estas señoras aprendían y enseñaban medicina, siendo valoradas y tenidas en
cuenta por sus compañeros varones con naturalidad (manda narices, siempre
tratando de bárbaros a los del medievo y resulta que no eran machistas).
Entre estas
mujeres salernitanas hubo algunas que descollaron especialmente. Una de ellas,
Trotula de Salerno, fue ya objeto de una publicación (Trotula de Salerno), así que nada añadiré
sobre ella.
Rebeca de
Guarna, fue otra médica y cirujana formada en aquella universidad pionera y que
también fue profesora. Además, era una experta herborista (hoy la llamaríamos farmacéutica)
y escritora de tratados médicos.
Costanza
Calenda era hija del decano de la escuela, así que supongo que en la matrícula le
harían descuento, o no, quién sabe. Lo que es seguro es que escribió varios tratados
e impartió conferencias.
Abella de
Salerno también fue alumna primero y profesora después en esta universidad. Se especializó
en embriología, ahí es nada, sin microscopios ni ecógrafos a los que recurrir
para sus investigaciones.
Mercuriade de
Salerno se dedicó a la cirugía después de aprender en la universidad de su ciudad.
Escribió varios tratados sobre la peste y sobre la atención de urgencia, algo
insólito porque aún no existía ni la U.C.I. ni el SAMUR.
Estas mujeres
contribuyeron con sus conocimientos a mejorar la asistencia médica. Enseñando a
otros médicos mediante sus clases y los tratados escritos, compartieron la
sabiduría adquirida a través del estudio y la experiencia de la práctica. Encontrarse
en un escenario como el de Salerno con ausencia de prejuicios absurdos y con
una mente abierta, propia de gente inteligente, hizo que estas mujeres
desplegaran todo su potencial e intelecto para benefecio de todos.
La próxima
vez que pensemos en la Edad Media y nos representemos una época oscura y
atrasada, recordemos a Salerno y su escuela: un oasis de sabiduría y sentido
común.
Magnífico artículo, como es habitual en tu blog. Perfecta continuación del post sobre Trotula de Salerno y todo un descubrimiento el que nos traes sobre esta Universidad medieval.
ResponderEliminarEsta universidad es una auténtica maravilla por su manera tan rompedora de concebir la enseñanza y por darse en una época donde la ciencia estaba sometida, como casi todo lo demás, a la religión.
EliminarGracias, Jesús, por tu apoyo a este blog y tus desvelos en otras redes sociales para difundirlo (acabo de pasar por Twitter). Creo que definitivamente tendré que contratarte como relaciones públicas porque una servidora es una completa negada con esto de las redes.
Un abrazo.
Estupenda entrada, Paloma. Que las mujeres fueron objeto de burlas por parte de los machos lo sabía de sobras, pero desconocía (salvo honrosas excepciones) que hubiera a lo largo de la historia esos oasis de respeto e igualdad con el sexo femenino.
ResponderEliminarCuando has mencionado que en la prehistoria las mujeres se dedicaban a recolectar alimetos, me ha venido una vez más a la mente cómo se lo montaban para no perecer en el intento (seguro que más de una pringó). Ante un fruto, una baya, o cualquier vegetal, cómo saber si era comestible o venenoso. Hay una película protagonizada por el ex beatle Ringo Star, cuyo título no recuerdo ahora, que discurre en la época de los trogloditas, en la que le encargan a él ese trabajito, je,je.
Es increíble observar cómo, a lo largo de los siglos, el hombre (uso el masculino para generalizar) ha ido progresando a base de intento-acierto e intento-fallo y vuelta a empezar Los simples ejemplo de cómo hacer pan a partir del trigo o vino a partir de la uva me ha parecido extraordinario.
Lo dicho, me ha encantado tu nueva aportación cultural y dedicada a la mujer, a la que, además, le han dedicado esta semana, auqnue creo que con esto nos quedamos muy cortos.
Un beso.
Lo de experimentar a pie de campo es tan antiguo como el vivir, y en esos experimentos muchos cayeron, aunque no en vano porque de esas malas experiencias los demás aprendieron. Es curioso que esto no se tenga en cuenta, al menos por la mayoría de la población, porque en aquel mundo por explorar las especies vegetales no se conocían ni se sabían sus propiedades hasta que se utilizaban en uno mismo (o con algún pringao como el Ringo)
EliminarHace tiempo que me enteré de la existencia de la escuela de Salerno, y recuerdo el estupor que me causó saber que había mujeres entre sus alumnos y sus profesores. Sorpresas que da la Historia, de vez en cuando, aunque, al mismo tiempo es deprimente que cuando pasa el tiempo se puede retroceder en lugar de avanzar, como sería lo deseable, pues varios siglos después las mujeres no podían entrar en la universidad. Sorpresas que da la "evolución".
Un beso, Josep María.
Siempre he dicho que con el Neolítico empezaron todos los males de la humanidad. Sabía que ahí se inició la desigualdad y la injusticia, y lógicamente también empezó el machismo, que no deja de ser otro tipo de desigualdad e injusticia.
ResponderEliminarAhora, que en plena edad media hubiera un lugar en el que las mujeres estudiaban y enseñaban medicina es algo de lo que no tenía ni idea. Genial entrada. Como siempre, por otra parte. Te las curras un montón y siempre resultan interesantes y muuy entretenidas.
Un beso.
Teníamos que haber dejado a los hombres entretenidos cazando y desahogándose dando lanzazos. Creo que el asegurar el alimento con la ganadería y la agricultura hizo que la población creciera, sí, pero la mujer perdió mucho estatus con ese avance.
EliminarAunque sea una inmodestia, sí que me trabajo las publicaciones. Suelo partir de información ya conocida pero luego, para preparar la entrada, indago más, me documento con más detenimiento y así, de paso, yo aprendo más sobre algo que ya sabía. Además, disfruto trasladándolo al blog, buscando un lenguaje y una manera de hacerlo comprensible, sobre todo a quienes son profanos en la materia.
Gracias por valorar el trabajo que hay detrás de cada publicación, pero ya sabes, sarna con gusto, no pica ;)
Un besote, Rosa.
Desde luego este si es un digno homenaje a las mujeres, no esas otras cosas que van reivindicando algunas, y no menciono porque si no me enciendo, mejor lo dejo correr.
ResponderEliminarEs curioso como mirando atrás, muy atrás nos damos cuenta de que no había ni rivalidades entre hombres y mujeres, y yo ante todo esto me pregunto ¿conseguiremos que eso sea así alguna vez? Cuanto tendrían que aprender algunas y algunos del papel tan importante el de la mujer, pero no por el hecho de serlo, no, sino por la gran labor y aportación que hacen a la sociedad.
Un besote y gracias por lo tanto que nos enseñas de una manera amena y con sentido del humor.
Puede resultar paradójico que sociedades más primitivas fueran más igualitarias, pero en el fondo tiene sentido porque el interés general, en épocas donde la supervivencia estaba muy comprometida, era avanzar, y cuando una sociedad es igualitaria es más justa y por tanto "funciona" mejor para todos, hombres y mujeres. Se podría decir que el hombre (y la mujer) primitivo era muy inteligente. Cuando la sociedad se hizo más compleja, cuando la vida estaba más asegurada, fue cuando todo se fue al carajo para las mujeres.
EliminarUn beso grande, Tere.
No sé si eran mas inteligentes. Quizás la mujer tenía mucha libertad y ellos la ayudaban en todo
EliminarRecuerda la historia depende de quien la escribe
Saludos siempre..
Cuando me refiero a que eran más inteligentes es porque no estaban sujetos a prejuicios estúpidos de sociedades pacatas que se doblegaban a lo que decían unos pocos con intereses espurios y que manipulaban a todo aquel que no tenía criterio propio. Ahora mismo, hay muchos sectores que se dejan llevar por las opiniones de influencers descerebrados, pero eso es más fácil que ponerse a pensar por uno mismo.
EliminarEn aquella escuela de Salerno ser mujer no era ni un factor en contra ni a favor, allí se valoraba la valía de cada cual. No creo que necesitaran que las ayudaran los hombres en nada, y ahí radica la calidad de la escuela. Esto de creer que necesitamos la ayuda de los hombres para poder descollar es un lastre que impide, desde las propias mujeres, que avancemos. Cuando nos deshagamos de tanto prejuicio y cuando seamos realmente conscientes de lo que podemos hacer por nosotras mismas, entonces, y solo entonces, lograremos alcanzar nuestras metas.
La historia depende de quien la escribe, pero también del talante de quien la lee.
Que bien escribes y que original lo que traes, perfecto!! Gracias, un placer leerte y visitarte, Abrazosbuhos.
ResponderEliminarGracias, búhos.
EliminarUn abrazo.
¡Ostras, Paloma! Desconocía por completo la existencia de esta universidad. Es curioso que cuando leí el título me imaginé la historia de unas mujeres que se dedicaban clandestinamente a la Medicina y que fueran acusadas de brujería. Cosas del prejuicio con el que solemos pensar en la Edad Media. Un artículo interesantísimo desde esa Historia Universal concentrada de la Medicina hasta llegar a esa Universidad.
ResponderEliminarY por supuesto escrito con un tono ameno que solo se consigue tras mucho trabajo. Parafraseando a Einstein con aquella frase de que No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela, diría que no puedes explicar algo de manera entretenida hasta que has reunido el suficiente conocimiento sobre la materia. Un fuerte abrazo y gracias por este magnífico blog.
Oí hablar de estas damas de Salerno hace años y en aquel entonces me quedé sorprendida, luego indagué algo más al respecto y de ahí salió la biografía de Trotula de Salerno que fue protagonista en Demencia, cuando era una sección del otro blog. Ahora, y a raíz de esta publicación, seguí investigando y, aunque ya sabía de qué había pasado en Salerno en la Edad Media, me ha impresionado cómo hace siglos el patriarcado no era tal, en algunos sitios a las mujeres y a los hombres se les consideraba por sus conocimientos y por su capacidad, no por su sexo.
EliminarLo de explicar esto más o menos bien, pues supongo que es la fuerza de la costumbre, cuando preparo las clases a mis alumnos lo que más me preocupa es que se me entienda y que la atención no decaiga, y aquí me pasa algo parecido. Me alegra saber que más o menos consigo el objetivo.
Gracias, de nuevo, David, por tu entusiasmo a la hora de seguir este blog.
Un abrazo grandísimo.
Pues sí un oasis en medio de tanto oscurantismo. Desconocía el papel de Salerno y su escuela y me parece una manera fantástica de homenajear el papel silenciado de la mujer. Las mujeres siempre se han dedicado a cuidar y en cambio ha sido a los hombres a los que se ha reconocido ese papel de curar. Igual que ha pasado en otros campos como por ejemplo en la cocina, desconocidas mujeres cocinando y en cambio el mérito de la alta cocina es para los chefs varones. Afortunadamente cada vez hay más mujeres que reclaman su lugar pero es francamente curioso ese mérito que se les concede.
ResponderEliminarEn fin que hay mucho por hacer aunque hemos avanzado mucho a pesar de algunos y algunas que se empeñan en hacernos retroceder.
Besos
A mí también me llama la atención que tareas que realizan las mujeres a diario, y sin alardes, sean asumidas como algo normal. Cuando esas mismas tareas las realizan los hombres, como la cocina, entonces ya la cosa tiene otros tintes de más valor. Es flipante. En la costura pasa algo parecido: una mujer que confecciona vestimentas es una modista y el propio término adquiere tintes de glamour cuando se masculiniza y pasa a ser 'modisto', es como si tuviera más caché porque entonces ya pensamos en alta costura, como si coser un vestido para ir a trabajar fuera menos útil que uno para ir a una fiesta (normalmente son más vistosos pero nada prácticos). En fin, cuestión de percepción donde si la cosa la hace una mujer o un hombre cambia mucho.
EliminarNo obstante, y para no ser tan negativos, algo está cambiando. Pero sobre todo, con esta publicación, quería hacer ver que no siempre se tuvo una visión tan retrógrada del papel de la mujer en la sociedad, y que lo que ahora estamos consiguiendo podemos perderlo, y si no que se lo pregunten a las mujeres del siglo XVIII y XIX comparadas con las del XII en Salerno: cuidadín.
Un besote.