viernes, 8 de mayo de 2020

June Almeida: una viróloga con mucha visión

Virus: un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias.
 Peter Medawar (inmunólogo)

Con esto de la pandemia y tanta información sobre la misma, tenía arrinconada la sección del blog que trata las biografías de científicos; hoy la recupero, pero no os creáis que me he olvidado del SARS-Cov-2, qué va. La protagonista de esta entrada también tiene que ver mucho con él, al menos con los de su familia, porque fue la primera persona en descubrir la existencia de los coronavirus, y además quien, junto a su equipo, los bautizó así.
June Almeida nace el cinco de octubre de 1930 en Glasgow (Escocia), pertenece a una familia muy humilde, su padre es conductor de autobús, así que sus recursos económicos son escasos. Esto la obliga  a abandonar los estudios cuando tiene 16 años, por lo que no pisa la universidad cuando le tocaba. Se pone a trabajar en el hospital universitario de Glasgow como técnico en histopatología, o lo que es lo mismo, se pone a manipular tejidos orgánicos enfermos. No he encontrado más información al respecto, pero supongo que se dedicaría a preparar las muestras para que luego, un histopatólogo, las viera en el microscopio y dedujera qué había ahí.
Con 24 años se casa con Henry Almeida, un artista venezolano, del que toma el apellido y que mantendrá siempre, incluso después de separarse de él y contraer nuevas nupcias con otro hombre. El matrimonio se traslada a Canadá, June trabaja allí como electromicroscopista (personal técnico de microscopios electrónicos) en un centro estatal de Ontario encargado de investigar y tratar a pacientes con cáncer. Sigue sin tener estudios superiores, pero en Canadá eso no es un impedimento para promocionarse científicamente y consigue ascender.
Antes de seguir con June, tengo que hacer un inciso. En publicaciones anteriores he explicado qué es un virus, una cadena de nucleótidos (ADN o ARN), pero no sé si dejé claro que una cosa así es muy, pero que muy, muy, muy pequeña. Para hacernos una idea, una bacteria, un microorganismo unicelular, o sea, algo muy pequeño, puede ser 25-250 veces mayor que un virus. A lo que voy es que, mientras una bacteria se puede ver en un microscopio óptico, para ver un virus hay que hacer encaje de bolillos y desde luego no con un microscopio “normal”. Además, hay que tener en cuenta que en los años cincuenta del siglo pasado, las técnicas de imagen tenían sus limitaciones.

June Almeida manipulando un microscopio electrónico

Bueno, pues la espabilada de June, ideó un sistema para visualizar algo tan pequeñito como son los virus. Siguió la máxima de que una cosa pequeña, si se une a otra cosa, abulta más que si está sola. Así que decidió unir los virus a unas moléculas que tienen afinidad por ellos: los anticuerpos. Empezó con el virus de la hepatitis B y siguió con otros virus responsables del llamado resfriado común. Parece ser que consiguió imágenes del virus responsable de la rubeola, siempre utilizando un microscopio electrónico (algunos modelos, pueden ser 700 veces más potentes que el mejor microscopio óptico), y salió tan (relativamente) “nítida” la imagen, que permitía identificarlo, algo que hasta entonces no era posible, porque a lo máximo que se llegaba era a ver ‘puntitos’ sin demasiada definición.
A partir de esas imágenes del virus de la rubeola, empieza a ser conocida en el mundo de la investigación.
June vuelve a Londres para trabajar como investigadora en la Escuela de Medicina del hospital St. Thomas. Trabaja con David Tyrrell, un virólogo del hospital. Este señor le da una muestra de un niño que parece estar afectado por una gripe “rara”. June utiliza su propia técnica y consigue una imagen borrosa, pero donde se pueden apreciar unas estructuras que nada tienen que ver con el virus de la gripe común. Esas estructuras son como puntas que sobresalen de la cubierta que suele recubrir a muchos virus y que le dan un aspecto de corona. June Almeida acaba de visualizar por primera vez un coronavirus humano. En realidad, ella ya había visto algo parecido, pero en muestras de pollos y ratones, así que esa forma peculiar no era nada nuevo para ella.
Tyrrell está entusiasmado y deciden enviar las imágenes a una revista científica, pero los editores, unos señores que se suelen pasar de listos muchas veces (lo sabré yo), rechazan publicarlo porque dicen que “eso” es un virus de la gripe, pero desenfocado. Unos crack de la investigación, los tíos esos. Años más tarde, otra revista, y muy prestigiosa, British Medical Journal, sí habla del descubrimiento de esta mujer y dos años después, el Journal of General Virology publica las imágenes.
En un momento dado, desde que vuelve a Londres y le publican las fotos del coronavirus, esta mujer se hace doctora, o quizás sería más apropiado decir que la empiezan a llamar doctora, ya que su trayectoria académica es confusa.
Si se la llama doctora Almeida, se supone que tiene una titulación: o bien hizo un doctorado, aunque previamente, incluso en la relajada Canadá, debería haberse licenciado/graduado en alguna carrera, o bien estudió “solo” medicina (la única carrera que te permite llamarte doctor sin necesidad de hacer la tesis doctoral). Una servidora no ha conseguido averiguar dónde realizó sus estudios o en qué consistieron, si se trató de una carrera X y el doctorado, o si se trató de estudios en medicina.
He llegado a leer que “terminó sus estudios” (no se especifica qué estudios) en el Wellcome Institute, y cuando he ido a investigar, me he topado con que ese “instituto” en realidad es un museo de medicina de Londres. Si busco Instituto Wellcome me sale un centro de investigación, pero sin actividad académica. En otros documentos se dice que “consiguió doctorarse gracias a las publicaciones en revistas científicas”, algo que podría ocurrir, siempre y cuando uno está previamente licenciado/graduado. Poco claro. Tan confusa es la información que se encuentra una por ahí, que, en algunos sitios, si pones ‘June Almeida’, sale la palabra ‘virólogo’ con la foto de un señor, toma ya.
El caso es que, cuando por fin le dan el reconocimiento que se merece, va ella y decide dedicarse a la enseñanza. Esto puede parecer normal ya que muchos científicos combinan su labor investigadora con la docencia. Lo raro de esta señora es que se hace profesora, pero de yoga. También se pone a estudiar más, pero no otra (¿otra?) carrera, sino que aprende a restaurar pocelana fina. Cosas de los genios.
A pesar de estas actividades extra científicas, Almeida no abandona la investigación y asesora a los científicos que están intentando obtener imágenes de otro virus muy puñetero: el VIH (causante del sida).
Cuando tiene 77 años, June sufre un infarto de miocardio y fallece en Inglaterra.
Ahora, con todo lo del SARS-Cov-2, se destaca que fue ella, una mujer, la primera en descubrir un coronavirus, pero la excepcionalidad de esta científica no radica en eso, lo importante es que su técnica novedosa para visualizar virus, con corona o sin ella, es tan buena que aún hoy se utiliza.
Esta mujer, si no fuera por lo de la pandemia, no la conocería nadie, o casi nadie, algo que es habitual con muchos científicos, y más si son mujeres. Pero el caso es que con todo el revuelo que hay, los buscadores de noticias y de datos han sacado a la luz la labor de esta científica, aunque, para mi gusto, aún nos faltan datos; a ver si algún espabilado nos da más información veraz y de paso conocemos mejor a esta mujer tan excepcional.



12 comentarios:

  1. Es una historia sorprendente, la verdad. Pero claro, como es mujer tal vez no interesa mucho profundizar en detalles. En fin, sea lo que sea, ahí está, una mujer a la que debemos mucho, y que gracias a tí, conozco hoy.
    Un fuerte abrazo, Kirke

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    1. Para mí también era una desconocida hasta que hace poco leí, por indicación de una amiga boticaria como yo, un artículo en un periódico, así que hemos aprendido las dos ;)
      Un abrazo, Rita.

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  2. ¿Y no empezarían a llamarla doctora como muestra de respeto y de reconocimiento a lo mucho que sabía, pero sin necesidad de titulaciones? Se me ocurre.
    No sabía nada de esta mujer, pero leyendo lo que cuentas me doy cuenta de lo poco que se aprende en las carreras. Yo tenía un profesor que nos lo dijo en segundo y nos reímos de él, pero que cierto era. Yo casi todo lo que sé, lo he aprendido después de estudiar, preparando clases y leyendo por mi cuenta. Teoría al fin y al cabo. Me imagino lo mucho que se tiene que aprender trabajando en laboratorios
    Tan interesante como siempre.
    Un beso.

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    1. Yo también he pensado que ese "doctora" era una manera de dirigirse a ella, indpendientemente de su titulación, tan solo como una forma de integrarla en el campo en el que trabajaba.
      Al fin y al cabo, ella en realidad demostró sus conocimientos para preparar muestras histológicas de manera que se puedan identificar organismos o patologías, y para eso no es necesaria una carrera de medicina, creo que su experiencia en Canadá como técnico de microscopios electrónicos fue lo que le permitió llegar a su descubrimiento, una preparación empírica totalmente.
      Yo también creo que en la carrera solo se adquiere la base que nos permite desarrollar una profesión, pero lo que realmente sirve se adquiere después, donde la experiencia tiene un peso enorme.
      Un besote.

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  3. Ciertamente es un caso muy peculiar, y no solo por esa "ciencia infusa" que demostró tener esta mujer, sino por sus progresos dentro del campo de la investigación biomédica sin tener estudios superiores. También resulta extraña su confusa formación académica. ¿Quizá en el hecho de ser mujer está esa dificultad para descubrir su detallada biografía científica? Todo ello es muy raro. Sin embargo, lo verdaderamente importante es su trayectoria y su papel fundamental en el desarrollo del procedimiento para visualizar esos virus y en la identificación del primer coronavirus.
    En cuanto a esa entidad que mencionas, en mis años mozos (finales de los 70 - princpios de los 80), ya trabajando en la industria farmacéutica, existía en Madrid un laboratorio llamado Gayoso-Wellcome, resultante de la fusión de la Compañía española Gayoso y la inglesa Wellcome. Esta última tenía su sede en Inglaterra (no sabría decir donde exactamente) y estaba vinculada a una Fundación para la investigación con ese mismo nombre, que ahora se conoce como Wellcome Trust, pero que tiene su sede en Londres. Quizá por aquella época June Almeida trabajó o se formó en esa institución. No tengo ni idea.
    Un beso.

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    1. La falta de detalle en la biografía de esta mujer, supongo que es debida a la poca importancia que se le dio a su trabajo, ahora con la pandemia tiene interés, pero recordemos que a los coronavirus no se les ha tenido en cuenta nunca, un poquito más cuando salió aquel SARS del 2003, pero nada más.
      Como le comento a Rosa, para obtener la primera imagen de un coronavirus, aparte de esa buena idea de unirlo con un anticuerpo, creo que los conocimientos adquiridos en su trayectoria como técnico en Canadá fueron los que le valieron realmente, y si hubiera tenido la carrera de medicina, por poner un ejemplo, no se habría aportado nada (a ese descubrimiento).
      Cuando indagé, me apareció el instituto Wellcome Trust, pero, corrígeme si me equivoco. hasta donde yo ví, ahí promueven investigaciones y titulaciones post-grado, no es una institución docente como una facultad. Así que June, si ahí estudió algo no fue la carrera de medicina, pero si se imparten cursos de post grado, tampoco, porque hubiera necesitado previamente estar licenciada en algo. En fin, sea como fuera, está claro que descubrió lo que descubrió, eso es innegable.
      Un abrazo, Josep Mª.

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  4. Un ejemplo de que por mucho que acudas a universidades o colegios caros, el conocimiento no se mide en horas de asistencia o notas académicas, sino en actitud y aptitud. Todo está en los libros, sin que necesitemos otra cosa que pasión para encararlos e imaginación para combinar lo que de allí sacamos. En el caso de June, a quien desconocía por completo, me parece que es un ejemplo maravilloso de que en la vida siempre es mejor buscar soluciones que justificaciones. Un abrazo!!

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    1. Lo que, en principio, parece una desventaja, el no poder continuar estudiando con 16 años, quizás fue lo que propició su descubrimiento. June se puso a trabajar como técnico desde muy joven y adquirió una experiencia que no se obtiene en los libros, si, como es de suponer, suplió esa falta de formación académica, con lecturas o con asesoramiento de otras personas más formadas, no le hizo falta ningún título universitario, y a la vista está lo que descubrió.
      Un abrazo, David.

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  5. Muy interesante Paloma, hay tanto desconocimiento del papel de la mujer en la ciencia que es muy grato encontrar reconocimientos como tu entrada, que nos ayudan a conocer a aquellos que han puesto su granito de arena para mejorar la vida del resto.
    No conocía a la protagonista y me ha encantado saber un poquito más de ella. Veo que por mucho que has investigado no ha habido manera de saber dónde se licenció aunque tampoco fue un obstáculo para legarnos su saber.
    Sobre los doctores eso diría que da para una entrada jajaja
    Recuerdo que hace años con motivo del traslado del padre de una amiga a Argentina comentó que había tenido que irse a vivir a Buenos Aires para ser doctor. Había empezado los estudios de medicina en Madrid y no los acabó dedicándose profesionalmente a otros temas, igual que por extensión se llama doctores a muchos dentistas que ni siquiera han estudiado medicina y tampoco sé el motivo por el qué llamamos doctores a todos los que han hecho estudios de medicina, en fin que en este tema también hay mucha variedad.
    Besos

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    1. Lo de llamar doctor a los médicos sin tener el doctorado es algo que nos preguntamos muchos a qué se debe tamaña injusticia, porque quienes hemos cursado otra carrera distinta, tenemos que hacer una tesis doctoral para que nos den ese tratamiento, y eso es mucha tela (lo de hacer una tesis, no lo de que te llamen doctor, que tampoco es para tanto).
      Si encima, como el caso de algunos tipos de dentistas o de podólogos, que no han hecho ni siquiera medicina, la injusticia es de tomo y lomo. Pero el vocabulario y la tradición oral es la que es.
      Volviendo a June, está claro que con carrera o sin ella, su trabajo está ahí, da igual qué titulación tuviera, ella demostró que "sabía" y además lo suficiente para idear una técnica que aún hoy se emplea, aunque con matices.
      Un besote.

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  6. Hola Paloma:
    Desde luego te digo una cosa, que mas da si tuvo titulación académica o no, lo importante es el hallazgo del Coronavirus, eso es lo realmente importante, y todo lo que desarrollo y aprendió, de modo que todo su trabajo le resta importancia a una titulación universitaria. Yo siempre digo, que lo importante son las personas no los títulos que se poseen (creo que lo conté, pero algún día recuérdame si tenemos oportunidad de vernos, ains, que te cuente de que titulo iba alardeando una vecina de mi madre como si de un titulo universitario o nobiliario se tratase jejej).
    Ahora lo que tampoco acabo de entender porque no hay una información mas clara sobre Jane Almeida, cuando su trabajo es muy interesante y además en aquellos años en que para las mujeres todo era muchísimo mas complicado, pero supongo que por alguna razón, vete tu a saber cual no interesa, me da mucha rabia, porque todos debemos saber de gente que ha trabajado duro para aportar su grano de arena a la sociedad y que la investigación avance y puedan haber progresos médicos y científicos que nos lleven a soluciones a muchísimas enfermedades.
    Lo que me ha sorprendido es que acabara siendo profesora de Yoga.
    Un besote.

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    1. Está claro que para hacer un buen trabajo hay que tener una buena preparación, pero eso no quiere decir que sea "oficial" porque en el caso de June su formación fue trabajando como técnico de microscopios, ahí aprendió y así lo demostró. De todas formas, yo soy una firme defensora de la educación convencional, no es que me parezca que tener muchos títulos sea garantía de nada y mucho menos si te los han regalado como ha ocurrido con algún político, pero en el otro extremo están esos autodidactas que no tienen ni idea de nada y que luego arrastran a otros a hacer barbaridades, y me estoy refiriendo a los influencers.
      Ni tanto, ni tan calvo.
      Creo que June fue una muestra de que se puede uno formar de manera rigurosa sin cumplir con los cánones oficiales, pero como esta mujer hay pocas personas.
      Supongo que el desconocimiento de la vida más detallada de esta mujer se debe a que en su día no se le dio importancia a lo que hizo.
      Respecto a lo de ponerse con el yoga, yo sí lo entiendo. Investigar y publicar es muy estresante, creo que el yoga le resultó una alternativa mucho más relajante que su anterior ocupación.
      Un besote.

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